Se sabe que en el fútbol argentino no se regala nada, y mucho menos en un Superclásico, uno de esos partidos que "hay que ganar como sea" y Mauricio Chicho Serna parece que era partidario de esa idea durante su exitoso paso por el Boca multicampeón de Carlos Bianchi, al extremo de estudiar las lesiones de los rivales para saber dónde tenía que pegarles.
"Yo sabía que Aimar tenía un tobillo tocado, investigué para tener la certeza de que era ese porque no iba a perder una patada, en un clásico no se puede regalar nada", contó el colombiano sin ponerse colorado en el programa de Andy Kusnetzoff Podemos Hablar.
Ese Boca tenía a un distinto como Riquelme, un goleador implacable como Palermo acompañado en la delantera por un Guillermo Barros Schelotto en su mejor momento pero también un mediocampo que marcaba y raspaba para que los de arriba jueguen y Serna tenía muy claro su rol en ese gran equipo: "A mí me tocaba hacer el juego sucio". Y vaya si lo hacía.
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