Se suicida el Morro García, jugador de Godoy Cruz. Hay estupor, tuits, condolencias. Se suicida Alan Calabrese, rugbier de Ciervos Pampas. Hay estupor, tuits, condolencias. Lo que no hay, y debería, es un debate profundo, serio y constructivo sobre la salud mental de los deportistas.
Estos dos episodios ocurrieron este fin de semana. Y además de ser deportistas, el Morro y Alan tenían otro punto en común: los dos transitaban por una profunda depresión. Y se sabe que el ámbito del deporte los trastornos emocionales son un tema tabú. Están mal vistos. Se ocultan.
El 38 por ciento de los futbolistas sufren de depresión o de algún problema psicológico, una cifra que duplica al resto de la sociedad. Por la pandemia, durante 2020 se duplicó el porcentaje de futbolistas profesionales que asegura padecer síntomas de ansiedad o depresión.
“Miramos a los deportistas como si fueran superhéroes, seres de otro planeta. Pero la realidad es que ser un deportista de alto rendimiento no otorga inmunidad a dificultades emocionales o psicológicas”, señala Marcelo Androetto, periodista y psicólogo deportivo. Ganar partidos, campeonatos y millones no son garantía de nada.
A veces son los propios protagonistas los que no se permiten asumir su depresión. La niegan. O prefieren seguir en competencia antes que iniciar un tratamiento. Son, en definitiva, víctimas de la máquina que mueve el deporte.
Androetto lo explica así: “El deporte de alta competencia tiene ribetes psicopatológicos. En algunos deportistas la presión constante por el buen rendimiento y los resultados, y la mirada crítica de hinchas y periodistas, les puede generar dificultades emocionales”.
El profe Fernando Signorini, ex preparador físico de la Selección de fútbol y de Diego Maradona, ante estas situaciones propone una mirada introspectiva: “Algún día tendremos que hacernos cargo de este ambiente tóxico y nefasto que hemos sabido construir. Público, periodistas, dirigentes, agentes, entrenadores, profes y también futbolistas, todos somos responsables. Nuestro deber es educar y preparar futbolistas para la vida, con todo lo que eso implica, no para el domingo o la tapa del lunes”.
"En algunos deportistas la presión constante por el buen rendimiento y los resultados, y la mirada crítica de hinchas y periodistas, les puede generar dificultades emocionales”, señala el periodista y psicólogo deportivo Marcelo Androetto
El problema existe, sólo resta que los responsables tomen nota y elaboren medidas para solucionarlo. Mientras eso no ocurra, mientras la mugre se siga barriendo debajo de la alfombra, pocas cosas cambiarán.
Hay cifras alarmantes. Según un estudio de la organización FIFPro, el 38 por ciento de los futbolistas sufren de depresión o de algún problema psicológico, una cifra que duplica al resto de la sociedad. Y la pandemia no ayudó. La misma entidad elaboró una encuesta entre 1.600 jugadores, principalmente de clubes de Europa, que arrojó datos inquietantes: durante 2020 se duplicó el porcentaje de futbolistas profesionales que asegura padecer síntomas de ansiedad o depresión.