En la vida como en el fútbol cuando te ponen una etiqueta es muy difícil deshacerte de ella y para gran parte del ambiente Ricardo Caruso Lombardi es tan “defensivo” como “vende humo” y eso no va a cambiar nunca sin importar cómo siga su carrera de acá en más y sin tener en cuenta todo lo que la remó en las categorías menores para convertirse en un entrenador reconocido de Primera División que llegó a dirigir clubes grandes como Racing y San Lorenzo.
"Cuando Argentinos se jugaba el descenso, el club contrató a Caruso Lombardi. Y a mí, y a los hinchas de Argentinos, nos gusta un juego menos especulativo. Jugábamos a tirar centros a Delorte, que era un delantero que habían traído de Olimpo, y no me cerraba. De hecho, dejé de ir a la cancha", dijo despectivo Alberto Fernández y generó la inmediata respuesta del excéntrico entrenador, ninguneado por muchos de sus colegas y al que todos recurren cuando el promedio apremia pero después esos mismos dirigentes y simpatizantes lo cuestionan porque sus equipos “no juegan lindo”.
Está claro que la intención del Presidente no fue menospreciar a Caruso pero lo hizo en medio de su elogio a Pipo Gorosito y el Teorema que aplica para tomar decisiones difíciles en medio de la inédita crisis generada por el coronavirus en el país y en el mundo. "Si hacés las cosas bien, es muy posible que te vaya bien", le dijo hace más de una década el enrulado DT cuando llegó al Bicho.
Ahora la pregunta sería qué es hacer las cosas bien porque en este partido contra este enemigo invisible lo que importa son los resultados. No sirven las palabras lindas, la simpatía y los discursos elegantes para la tribuna si se dispara la cantidad de infectados y de muertos. El camino elegido parece el correcto y las medidas económicas acompañan. Ahora depende de todos nosotros. No nos podemos relajar.
Después de todo, este enorme equipo que conformamos todos los argentinos estamos siendo aplicados respetando la cuarentena, sacrificándonos día a día tratando de estar bien parados para no desanimarnos ante tanta incertidumbre, agazapados en casa para que el rival no nos lastime y así poder atacarlo cuando nos de un resquicio. Y sí, la pelota parece tenerla siempre el otro y por eso no queda otra que esperar como estamos haciendo. Como nos pidió Alberto Fernández. Como haría Caruso Lombardi. Porque jugar bien es muy subjetivo.