jueves 18 de abril del 2024

Boca no hace negocio con las compras

Desde la asunción de Daniel Angelici, en 2011, el club lleva gastados casi 60 millones de dólares en jugadores que rindieron poco en cancha.

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La inesperada eliminación en semifinales de la Copa Libertadores hizo que Boca pasara de estar a un paso de la gloria a merodear el desastre. Hoy por los pasillos de la Bombonera son todos cuestionamientos, de los que nadie está a salvo. Ni siquiera las incorporaciones y el método para elegir los refuerzos. Unos refuerzos que durante la gestión de Daniel Angelici fueron muchos pero con resultados que en general dejaron mucho que desear. Y la tendencia parece seguir. ¿Quiénes toman la decisión a la hora de abrir la billetera?

Duró poco. Un año y medio. Eso fue lo que tardó Angelici en dejar sin peso a la Secretaría Técnica que había prometido en su campaña y formado no bien ganó las elecciones en 2011. Los encargados de esa tarea eran Pablo Budna, Jonathan Vidallé y Jorge Ribolzi. La idea del flamante presidente era que se encargaran de cazar talentos y del fútbol profesional. No perduró en el tiempo, ya que el único que permanece en el club es Budna, quien hoy no tiene peso en las decisiones del fútbol, a pesar de que muchos desde dentro del club aseguran que es uno de los pocos que saben a la hora de elegir. Entre los errores marcados de la Secretaría Técnica se cuenta la contratación del uruguayo Emiliano Albín, que llegó en 2012 proveniente de Peñarol y se fue tras jugar sólo 23 partidos.

En septiembre de 2014, en los inicios de la era de Rodolfo Arruabarrena como DT, asumió como director deportivo Juan Simón. El ex defensor xeneize dejó su tarea como representante para ser el nexo entre el Vasco y el presidente. “Boca debe terminar con la época de tantos refuerzos”, aseguró Simón apenas arribó. No pudo hacerlo porque en Boca, salvo un pequeño lapso en el ciclo Bianchi, las decisiones a la hora de los refuerzos son unipersonales de Angelici. Por eso, una de las razones para explicar la debacle del club a la hora de incorporar es la falta de conducción del departamento de fútbol.

Las decisiones a la hora de los refuerzos son unipersonales de Angelici.

Bajo su gestión, Angelici contó con Julio César Falcioni, Bianchi, Arruabarrena y ahora Guillermo Barros Schelotto, siendo el Virrey el único que gozó de la libertad para elegir los refuerzos. Al resto siempre se le complicó. A Falcioni le fue desarmando el plantel que había sido campeón invicto en el Apertura 2011; la no renovación de Facundo Roncaglia en la víspera de la final de vuelta de la Copa Libertadores fue uno de los puntos más álgidos. A Bianchi le cumplieron el deseo de traerle a Juan Manuel Martínez, sin dudas una de las mayores inversiones y peores rendimientos de su era, ya que Boca pagó 3.500.000 dólares por el 50% del pase. Después de la Libertadores 2013, en la que Boca se quedó afuera con Newell’s en cuartos, las incorporaciones fueron cada vez de más renombre: Cata Díaz y Fernando Gago fueron los ‘europeos’ que primero pegaron la vuelta. Con la compra de Claudio Pérez, y su flojo desempeño, comenzó otra costumbre: la de traer centrales a préstamo por un año y dejarlos ir. Así pasaron Juan Forlín, Marco Torsiglieri, (de aceptables rendimientos) el uruguayo Alexis Rolín y Fernando Tobio, quien regresó a Palmeiras pero por pedido expreso de Carlos Tevez podría estirar su presencia con la azul y oro una temporada más.

Una muestra clara de que no hay rumbo definido en cuanto a la conformación del plantel es lo que se está viviendo post desastre copero. “No creo que llegue ninguno más”, aseguraba Guillermo en los primeros días de la pretemporada pre semifinal ante Independiente del Valle. Sin embargo, con la ida a Japón truncada (principal promesa electoral de Angelici) y las salidas de Orion, Cata Díaz, Andrés Chávez y, seguramente, Marcelo Meli, el entrenador ahora quiere un mediocampista central, un volante mixto y un delantero que vaya por afuera. Los nombres que se barajan son el de Lucas Zelarayán (Tigres de México), Sebastián Pérez (Atlético Nacional de Colombia), Vladimir Hernández (Junior de Barranquilla) y Cecilio Domínguez (Cerro Porteño de Paraguay). Todas opciones muy difíciles de concretarse. Seguramente aparecerán opciones B, C o D, como acostumbra a sus entrenadores el presidente de Boca. Los Mellizos lo sufieron en el pasado cercano ya que pidieron a Guido Carrillo o Silvio Romero, Gustavo Gómez y Guido Pizarro y recibieron a Walter Bou, Darío Benedetto, Fernando Zuqui y Santiago Vergini.

Angelici fue siempre el presidente del Fútbol Profesional durante su gestión. Una costumbre del Tano es descansar en varios representantes allegados a él a la hora de incorporar. Uno de los que más influencia tienen en el club es Eduardo Gamarnik, de mucho peso en inferiores, como en su momento lo fue Fernando Hidalgo, que en el mercado de pases de 2014 acercó a Chávez, César Meli, Agustín Calleri y Cristian Pavón.

Los dos últimos son de los pocos casos positivos de la era Angelici en materia de incorporar. Más que nada la del extremo de 20 años que fue el único que se salvó del naufragio copero y que fue una gran inversión para las arcas de un club que suele gastar más de lo que recauda. Por el entonces jugador de Talleres de Córdoba Boca desembolsó un poco más de un millón de dólares, lo dio a préstamo a Colón (club con el que ascendió a Primera) y lo sumó a su plantel en 2015. Ahora está tasado en 20 millones de euros. Lo de Calleri ni siquiera fue “mérito” de Boca, sino que se debió a que All Boys no tenía cómo cancelar la deuda contraída por el préstamo de Colazo (300 mil dólares) y dio al delantero, que muy posiblemente se consagre como goleador de la Copa Libertadores (hizo 8 goles con el San Pablo). Un detalle a tener en cuenta es que Calleri jugó en Boca porque Bianchi le pidió a la dirigencia que no lo diera a préstamo, como era su intención, y le dio rodaje en el plantel.

Vende mal. Salvo contadas excepciones, los que se van de Boca dejan menos de lo que cuestan. Gigliotti se fue a China luego del penal errado ante River en la semifinal de la Sudamericana, que le costó la eliminación, por Viatri casi no entró dinero, Santiago Silva fue vendido a Lanús por menos de lo que gastaron por él, Blandi se fue a San Lorenzo. Salvo por Calleri, vendido por más de 12 millones, hubo poca oportunidad de recaudar para un club que viene gastando mucho, ganando poco y acertando menos. Eso es Boca en la era Daniel Angelici, el presidente que ahora deberá elegir mejor si quiere cumplir con llevarlo a Japón.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil