jueves 28 de marzo del 2024

Meolans: "Grabich puede soñar con una medalla"

El ícono de la natación argentina, habló del santafesino y palpita su participación en los Río. “Debe manejar la presión, que no le pase lo mismo que a mí”, dijo.

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Ya pasaron casi ocho años de su última participación olímpica, pero cuando a José Meolans se le habla de la nueva cita en Río, una dualidad de recuerdos le brota sin poder contenerla. “Estar en cuatro Juegos Olímpicos fue uno de los logros más grandes de mi carrera, una experiencia única, especial, pero a la vez me quedó la cuenta pendiente de no haber cumplido mi sueño de llegar a una final olímpica. En Sydney 2000 me quedé a 11 centésimas (sonríe)…”, cuenta el Tiburón, a los 37 años y retirado hace siete.

Más allá de no poder acceder a una definición olímpica tras cuatro chances (1996, 2000, 2004 y 2008), Meolans es el referente de la natación en Argentina porque se mantuvo en la elite durante más de una década. Pepe estuvo en cuatro Panamericanos (cinco medallas, con un oro en el 2003) y 10 Mundiales. Suma 23 medallas en copas del mundo (9 de oro), pero su principal logro fue el campeonato mundial de pileta corta (50 metros) en Moscú 2002. Por eso es una voz autorizada para hablar de la natación argentina, que pasa por un muy buen momento por la explosión de Federico Grabich (25 años) y Santiago Grassi (19) durante el 2015.

“Hay más y mejores nadadores, con una mayor planificación y con los recursos para entrenar y competir afuera gracias al Enard. Y ellos son chicos que vienen creciendo muy rápido, año a año, y que están pudiendo sostener su nivel. Y lo más importante es que son jóvenes y todavía les falta para llegar a su pico de rendimiento”, explica Meolans.

Grabich, por caso, fue oro en los Panamericanos, bronce en el Mundial de Rusia y cerró con una plata en la Copa del Mundo de Qatar. “Fue grandioso lo que hizo, con un salto de calidad muy marcado. Son resultados de mucha relevancia”, opina Pepe.

-¿Y qué podemos esperar de Grabich en Río?

-Si mantiene este nivel y los tiempos que hizo en el 2015 podemos esperar seguramente una final olímpica y, por qué no, una medalla.

-Entonces, Grabich tiene talento para ser mejor que vos…

-No me gustan las comparaciones, pero ojalá sea mejor que yo. Llegó a un nivel donde limar una décima es un montón, pero tiene mucha madurez y tiempo para superarme.

-¿Y qué más necesita? Porque ni bien se empiece a hablar de final o medalla toda la presión de un país exitista caerá sobre él.

-Tiene que controlar la ansiedad, que no se le contagie esa presión de los medios y la gente. Por suerte Fede es tranquilo emocionalmente.

 -¿Qué consejos le podés dar a él y a los deportistas argentinos con chances?

-Eso justamente, tener los pies sobre la tierra. Te lo dice alguien a quien le pasó en Atenas 2004. A mí me habían colgado la medalla antes de viajar y el gran problema es que me lo terminé creyendo. Es lo peor que pude hacer. Hay que abstraerse de eso y disfrutar. Con compromiso y responsabilidad, obvio, pero sabiendo que puede lograrlo o no, que no es nada sencillo. Lo bueno es que Fede tiene la experiencia de un Juego Olímpico. Sabe con lo que se va a encontrar, con lo bueno y lo malo, las tentaciones...

-¿A qué te referís con tentaciones?

-De todo… En la villa hay un comedor con alimentación acorde para deportistas pero también hay un McDonald's gratis, gaseosas, tortas, helados, postres... Hay diversión, una sala internacional que tiene de todo, para quedarse hasta las 3 de la mañana cuando al otro día tenés que entrenar. Debés tener bien claro para qué fuiste a la cita olímpica.

Toda esa etapa ya pasó para Meolans. “No sufrí dejar la natación. Fue una decisión muy sabia y me preparé para lo que venía. Por suerte pude ocupar mi tiempo de una forma útil”, dice. Hoy, mientras evalúa algún cargo público y ser entrenador de chicos en una pileta en Córdoba, se dedica a dar clínicas, proyectar su empresa de mallas de natación y ayudar a la gente.

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Gracias a la empresa Weber Saint Gobain, Meolans busca dejar algo que perdure tanto como sus medallas. “Me encanta enseñar y ayudar. Y cuando me plantearon lo del programa La Huella porque es genial que te ayuden a ayudar, a mejorar la infraestructura, que es nuestro déficit como país”, cuenta.

Pepe eligió el club de la localidad La Calera, que está pegada a Córdoba capital. “Vamos a mejorar la pileta, que está un poco venida a menos”, detalla mientras se prepara para ir a Brasil como comentarista. Lo suyo ahora está afuera de la pileta.

Fuente: Julián Mozo, prensa Huella Weber