¿Cuán tentador puede ser para un argentino presidir clubes de fútbol extranjeros en teoría modestos como Unión San Felipe de Chile y Sud América de Montevideo? Evidentemente, mucho. Sobre todo, si además de ser sociedades anónimas que permiten llevarse dinero por hacerlo esas entidades se prestan a inscribir jugadores para que grupos inversores los negocien evadiendo impuestos.
Tal fue precisamente el rol que el club chileno y el uruguayo cumplieron en las hoy suspendidas e investigadas por la AFIP transferencias de Jonathan Bottinelli e Ignacio Piatti a River y San Lorenzo respectivamente, como antes lo cumplieran en otras triangulaciones similares. Y acaso por eso, tanto una como otra entidad extranjera tienen presidentes argentinos.
Claro que el dato podría ser simplemente una nota de color si no fuera porque esos presidentes son Vicente Celio y Raúl Delgado (ex secretario de Medios de la segunda presidencia de Carlos Menem), quienes registran como antecedentes en la función gestiones que terminaran muy mal al frente de Chacarita y Almirante Brown de Arrecifes respectivamente.
En el caso del club arrecifeño, de hecho, la historia finalizó con un nada envidiable récord: tras descender de la B Nacional al cabo de la temporada 2002/2003, el equipo cayó del Argentino A al B y de allí a jugar exclusivamente en su liga de origen en apenas dos años, en los que no ganó ningún partido en esas competencias que organiza el Consejo Federal de la AFA.
Allá por enero de 2003, en plena gestión de Delgado, un futbolista emblema de Brown, Walter Chazarreta, decía en el diario Imagen de Arrecifes: “Se aprovecharon de que Brown estaba necesitado de dinero y ahora lo están vaciando. Adquirieron los derechos federativos de los jugadores y los están negociando para sacar un peso para ellos. En junio, la institución no va a tener nada".
Si todo esto ocurrió sin que la AFA ni el Gobierno hicieran algo por evitarlo, en el caso de Chacarita el aval de Julio Grondona y el Estado a la gestión de Celio fue mucho mayor. De hecho, no fue nada casual que el club de San Martín recibiera en esos años un predio de 10 hectáreas por parte del CEAMSE, tal como la propia AFA informara en su momento a través de su sitio web.
Otro vínculo entre Grondona y la gestión de Celio como titular chacaritense es Darío Villarroel, el periodista y abogado al que Don Julio contratara como asesor de prensa en 2011, quien en el Funebrero fuera vicepresidente primero de quien hoy es presidente de la Sociedad Anónima Deportiva de Sud América.
"Siempre estuvo muy bien considerado en AFA", dicen en San Martín sobre Celio, quien tras asumir como vocal y presidente de la Subcomisión de Fútbol de Chacarita en 2005 poco tardó en negociar a un por entonces promisorio volante del club. Se llamaba Ignacio Piatti, y si bien su siguiente destino fue el Saint Ettiene francés su pase fue antes colocado en... Unión San Felipe.
Más adelante, la entidad que ya en ese momento gerenciaba Raúl Delgado también recibiría del Chaca de Celio el pase de otra promesa funebrera: Facundo Parra, quien al igual que Piatti por supuesto tampoco jugó en Chile jamás sino que fue en realidad comprado por un grupo inversor que, tras ficharlo como jugador del San Felipe, lo colocaría en el Larissa de Grecia.
Hoy, tras llegar en 2009 a Primera con Celio como titular de su fútbol y descender al año siguiente presidido por el mismo Celio, Chacarita paga en la B Metropolitana el muy rápido desguace del plantel que protagonizara aquella última participación en la máxima categoría, con jugadores como Mariano Echeverría, Diego Cachete Morales, Lisandro López y Matías Alustiza.
Efectivamente, mientras esos jugadores se iban a clubes como Tigre o Arsenal (el club de los Grondona), a Chaca sólo le quedaron en estos últimos años planteles llenos de refuerzos de dudosa valía que no alcanzaron a disimular jamás aquellas ausencias, a un promedio de 15 por temporada. Sin dudas, Celio lo hizo. Como Delgado en Brown de Arrecifes. Al fin y al cabo, todo pasa.