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Cada cuatro años, las mujeres se pegan al televisor, gritan, se alteran como verdaderas hinchas. Más allá discusiones de género sobre si entienden o no sobre el juego, ellas lo disfrutan a su manera.
Y en ese trance mundialista, las chicas descubrieron a Ezequiel Lavezzi, pero no justamente por sus cualidades futbolísticas sino que se enamoraron de su físico a tal punto que abrieron una cuenta de Facebook pidiendo que el tatuado juegue en cuero.