A veces la realidad supera la ficción, sobre todo cuando las historias de los personajes van de la mano con las vivencias de los propios actores.
Brian Buley, uno de los protagonistas de El marginal, la reconocida serie de Sebastián Ortega, padeció una infancia con características similares a la del personaje Pedrito Pedraza, el líder de la banda que disputa el manejo de la prisión.
Fanático de Racing, a pesar de su corta estatura no tuvo inconvenientes para ocupar un lugar preponderante en la estructura jerárquica de La Guardia Imperial, como se autodenomina el núcleo violento de la hinchada de La Academia.
De hecho, aún mantiene cierta relación con los referentes. “La barra de Racing tiene los códigos de la cárcel, ya que uno debe responderle al capo para obtener ciertos privilegios. Yo en su momento ayudaba a entrar las banderas y los bombos, y a cambio Huevo Escobar, el jefe, me pagaba con entradas y comida”, le confesó a PERFIL.
Actualmente no concurre con tanta frecuencia al Cilindro debido a la popularidad que ganó con la serie: “Se me complica seguir yendo a la cancha porque me piden fotos hasta los gendarmes y a veces no puedo respirar de la cantidad de gente que me rodea. En el partido con Rionegro Aguilas me tuvieron que sacar de la tribuna en andas”, explicó el joven de Bahía Blanca, que hasta los 18 años era hincha de River y se terminó haciendo de La Academia por insistencia de un tío y porque le gustan las canciones de la hinchada.
El Peque, como se lo conoce en el seno de la barra, no sólo tiene vía libre en los pasillos del club, sino que además mantiene una relación fluida con el plantel. Sobre todo con Gustavo Bou, a quien conoció a través de un intercambio de mensajes por las redes sociales, Marcos Acuña y Brian Mansilla.
A la tele. La actuación cambió radicalmente la vida de Buley. Por eso prefiere no recordar la época en la que salía a delinquir junto con su hermano. “De chico hice muchas cosas que hoy no volvería a hacer. Pero sinceramente no me considero el loquito más picante del condado, eso era parte del guión de la serie”, sostuvo el joven, de 22 años, que no se puso colorado al momento de cantar el himno de los villeros de El marginal en la entrega de los Premios Tato.
A pesar del éxito artístico, Brian trabaja como repositor en un supermercado. “Hice dinero con la serie pero me lo gasté en unas vacaciones en Mar del Plata. Por eso me sigo levantando a las cinco de la mañana para ir a laburar”, explica.
Brian Buley la pasó mal de chico y, aunque no lo reconozca, sí llegó a ser el loquito más picante del condado. Si bien integró las filas de La Guardia Imperial, hoy se resguarda en el reconocimiento del hincha genuino para no volver a caer en manos de los delincuentes que lucran con la pasión racinguista.
(*) Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.