jueves 25 de abril del 2024

Cinco historias del quíntuple

A 100 años de su nacimiento, 442 le rinde homenaje a Juan Manuel Fangio con un repaso de sus mejores anécdotas y una imperdible fotogalería. Galería de fotosGalería de fotos

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Juan Manuel Fangio es sinónimo de gloria, no sólo por lo cinco títulos obtenidos en la F1 de los años '50, que mucho distaba de las condiciones con las que hoy se practica el automovilismo, sino también por su inigualable trayectoria sobre las pistas y su infinita humildad. “Hay que intentar ser el mejor, pero nunca creerse el mejor”, solía decir, al tiempo que llevaba el nombre de la Argentina a lo más alto del deporte mundial.

Fangio nació en Balcarce, provincia de Buenos Aires, el 24 de junio de 1911. Un breve repaso por su carrera señalaría que desde niño vivió apasionado por los autos, que a los 27 años ya corría en Turismo Carretera y que en el '40 se consagró Campeón Argentino de TC. Que con la ayuda del Gobierno desembarcó en Europa en el '47 y que tres años después se convirtió en piloto de la escudería Alfa Romeo.

Para ese entonces, Fangio ya era El Maestro, un apodo por demás visionario: entre el '51 y el '57, festejó cinco títulos mundiales de Fórmula 1. El primero fue en el circuito de Pedralbes, en Barcelona, a bordo de un Alfa Romeo 159. Luego llegarían, a partir del '54, los otros cuatro triunfos de manera consecutiva: con Mercedes Benz los primeros dos y luego con Ferrari y con Maserati.

Los logros de Fangio sobre la pista son inmensos e inigualables. Hasta Michael Schumacher, que en 2003 le arrebató el récord de más títulos ganados en F1, se rindió a los pies del maestro: "No creo que sea justo compararme con Fangio. Ahora los autos son más seguros y él logró sus campeonatos a una tremenda velocidad teniendo en cuenta los vehículos que existían en su tiempo", explicó el alemán.

Cinco títulos, cinco historias.

Viveza criolla. En el '69, Fangio formó parte del primer equipo enteramente argentino que participó de las 84 horas de Nürburgring. El piloto Oscar Mauricio Cacho Franco contó alguna vez cómo el Chueco sacó a relucir, durante la carrera, un poco de viveza criolla. “Teníamos a Fangio como director de equipo. El reglamento de esa competencia era muy estricto y sólo se permitía que los pilotos repararan los vehículos en una zona especial. Para ayudar a Larry, que tenía que cambiar las pastillas de freno, Fangio le ‘cantó’, con música de tango, las indicaciones para ayudarlo a que lo hiciera, sin que nadie se percatara de lo sucedido”.

El eterno mujeriego. En una entrevista con Perfil.com el periodista Pablo Vignone, especialista en automovilismo, habló sobre el gusto de Fangio por las mujeres, quizá el motivo de su eterna soltería, y de la vez que el Chueco rechazó a una de las modelos más lindas de la historia. “Pese a ser mujeriego Fangio rechazó una cita con Brigitte Bardot porque se la presentaron antes de una carrera y ella sólo quería publicidad”. Vignone recuerda además que a veces la estirpe de galán le provocó algunos enredos al corredor: “Fangio tuvo problemas cuando tuvo un accidente en Monza y en su cama de hospital no podía controlar las visitas y se le mezclaban las mujeres, pero una enfermera a la que le cayó simpático le filtró las visitas”, escribió.

Un hombre con personalidad. Fangio sabía lo que quería y cómo conseguirlo, no sólo dentro de la pista sino también en aquellos aspectos que lo condicionaban como corredor. Corría el año '51 cuando El Maestro fue contratado por Alfa Romeo. Vignone repasa en su libro Fierro líquido otra historia que define a Fangio. “Va a correr a Alemania y le reservan una pieza en un hotel que estaba lejos del circuito. Como él no conocía la pista, fue al hotel que estaba en el circuito y le dijeron que Alfa Romeo había alquilado una habitación en el otro hotel, entonces Fangio le dijo ‘Yo corro para Alfa Romeo pero no duermo para Alfa Romeo así que me alojo donde quiero’”.

El caballero del camino. Durante su vida, y su carrera, Fangio construyó un legado tanto deportivo como humano. Sin embargo, nada de esto hubiera sido posible de no ser por Eusebio Marcilla, un hombre que se hizo grande luego de salvarle la vida al Chueco, incluso poniendo en riesgo sus logros personales. Cuenta la historia que cuando Fangio volcó su Chevrolet 1939 durante el Gran Premio de América del Sur –accidente que se cobró la vida de su acompañante- Marcilla los auxilió llevándolos a un hospital ubicado a 20 kilómetros antes de continuar la carrera. El gesto que le salvó la vida a Fangio privó a Marcilla de lo que podría haber sido su máximo éxito deportivo, ya que terminó segundo a 12 minutos del ganador. Desde aquel entonces fue bautizado como “El caballero del camino”.

Un secuestro en La Habana. La noche del 23 de febrero de 1958 Fangio, que se encontraba en el Hotel Lincoln de La Habana para participar de una carrera en la isla, escuchó: "Disculpe Juan, me va a tener que acompañar". Quien le habló fue un militante de del Movimiento 26 de julio, y el hecho que protagonizaba el corredor, sin saberlo aún, era un secuestro. El Chueco estuvo 26 horas retenido. El objetivo del grupo guerrillero, comandado por Fidel Castro, fue difundir la lucha contra el régimen de Batista. Paradojas del destino, Fangio terminó agradeciendo a sus captores.

"Cuando las cosas se serenaron un poco y los secuestradores dejaron de pasearme por casas y departamentos, no tuve más remedio que decirles: miren señores (...) quizá ustedes me hicieron un favor", contó después Fangio. Es que el Maserati 450 S que iba a utilizar y que hasta había probado con éxito estaba volcado. Además, la carrera fue luego suspendida porque en la quinta vuelta dos autos despistaron causando la muerte de seis personas. La relación entre Fangio y sus secuestradores, de quien el Chueco siempre destacó haber recibido un trato muy cordial, se mantuvo por muchos años más.

(*) De la redacción de 442