sábado 23 de noviembre del 2024

Un brainstorming con Winograd

El análisis de lo que podría ser el nuevo torneo de 30 equipos en el fútbol argentino. Cuáles son las razones de cambiar el sistema de competencia. ¿Se complacerá a Don Julio?

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De un lado, la ansiedad de la prensa por convertir en noticia aun la más inverosímil de las versiones. Del otro, el cinismo de aquellos dirigentes o allegados al poder futbolero, a los que les encanta mostrarse influyentes.

En el medio, la opinión pública, ese sujeto cuya avidez informativa hay que saciar; de tal modo, convertimos al principal motivo de nuestra existencia profesional en auténticos comemierda.

Si pasado mañana, en la AFA, terminara de confirmarse la existencia de un nuevo sistema de competencias a partir de 2015, apenas se habrá cerrado un larguísimo ciclo de insinuaciones y vaivenes para un fútbol que, sin dudas, necesita una reestructuración.

Si nada sucediese al respecto, entonces habremos consumido uno de los tantísimos globos de ensayo que tiran, sin identificarse, los dirigentes de nuestro fútbol. No hace tanto que, con River en el Nacional B, se habló de un torneo de 36 equipos.

Vayamos por la positiva. Démosle un voto de confianza a que, efectivamente, esta vez sí se reestructuren las competencias; nadie vaya a creer que, sólo con esto, efectivamente se reestructurará nuestro fútbol. Por cierto, ninguno de los proyectos o bocetos que hayan pasado por mi radar hablaron de erradicar a las barras bravas, de exigir responsabilidad civil a dirigentes irresponsables ni de frenar la hemorragia de deudas limitando incorporaciones y sueldos impagables. Sin que se ataquen estos frentes –entre otros–, toda modificación será más cotillón que cambio profundo. Aun así, démosle curso al asunto. Y analicémoslo un poquito.

¿Por qué tanta explicación en lugar de ir derecho al foco? Porque, como tantas otras veces, el proyecto que llegó a manos de algunos medios no tiene la firma de nadie. Mucho menos la lista de 15 puntos que, presuntamente, los responsables de la idea entregaron a los que deberán votar, para explicarles por qué hay que legitimar el proyecto. Para ser más claro y frontal: no me extrañaría que el proyecto que anda circulando no sea el definitivo. Mucho menos que el listado de argumentos sea aceptado como legítimo. Ni una cosa ni la otra tiene, por ahora, autoría confirmada. Y, para serles franco, algunos párrafos son mucho más dignos de un pésimo estudiante para guionista que de un dirigente conocedor de los sistemas de competencias. Es muy personal el asunto, pero confieso que me daría vergüenza que se supiera que yo escribí siquiera una letra de esos 15 mandamientos.

Presumiendo que algo de todo esto terminara siendo de verdad, empezar por el principio es resumir de qué se trataría el nuevo torneo. Al menos el de Primera División se disputaría, a partir de 2015, de febrero a diciembre, corrección lógica que termina con aquel absurdo de armar en el hemisferio sur un calendario europeo. A principios de los 90, Julio Grondona explicó que, de tal modo, se facilitaría la presencia de conjuntos argentinos en los torneos de pretemporada europea a los que, en más de veinte años, no fue invitado casi ninguno.

El nuevo torneo no será ni corto ni tradicional. Lo jugarán los 17 equipos que sigan en Primera al final del certamen que se está jugando actualmente, más los tres que asciendan del Nacional vigente, más los diez primeros del torneo Nacional que se disputará en el segundo semestre de 2014. Un ejemplo para graficar: Nueva Chicago, el equipo estrella de la B Metropolitana, podría ascender dos veces en sólo seis meses. Si Independiente no lograse el ascenso ahora, lo conseguiría dentro de seis meses con sólo figurar entre los diez mejores de un torneo de 22, a una sola rueda.

Sin embargo, la fase regular del certamen de Primera con treinta equipos –un despropósito digno del fútbol más precario y sin ejemplos cercanos en las ligas más poderosas– no tendrá 29 partidos por equipo, sino treinta. Todos los equipos jugarán un partido contra cada rival, salvo ante su clásico rival –si no lo hubiese, se formarán parejas ad hoc–; es decir que River jugará una vez contra Colón o Vélez, pero dos ante Boca. Como para que todos los años tengamos un clásico en cada cancha. Un disparate que suena lógico sólo porque nadie garantiza que, al menos en lo inmediato, vuelvan los visitantes –y muchísimos de los locales– a los estadios. También existe la opción de que se armen dos zonas de 15 conjuntos jugándose partidos de ida y vuelta, con un interzonal por fecha. Por cierto, el sistema de descensos por promedios se mantiene. De tal modo, a sabiendas de lo difícil que es mantener la categoría para los recién ascendidos –dividen por una temporada ante rivales que, mayormente, dividen por tres–, con diez equipos en esa condición, seguir en Primera en 2015 será, para los otros veinte conjuntos –presumiblemente más poderosos que los que vienen del ascenso– una tarea bastante menos estresante que en la actualidad.

Con pánico de confundirlos más de lo que yo ya estoy, no me detendré mucho más respecto de los considerandos del proyecto. Voy derechito a la transcripción de algunos de los 15 puntos con los que se explica a los dirigentes por qué deben votar esta pieza digna de un brainstorming entre Einstein, Stephen Hawking y Jacobo Winograd. Vuelvo a aclarar: es altamente probable que lo que llegó a nuestras manos muera como pieza de autor anónimo o se trate de una broma para hacernos pisar el palito. Ahora sí, leamos.

Todos los participantes jugarán por objetivos (salir campeón, jugar copas o evitar el descenso) hasta las últimas fechas de la fase regular. Al jugar por algo, desaparecerán las sospechas MEDIATICAS de partidos arreglados.

Se federaliza realmente la competencia. En la presente temporada solamente cuatro provincias de las 23 están representadas en la elite y, probablemente, Mendoza pierda su lugar. Esto nos dejaría un RIDICULO y PATETICO tres de 23: el 13 por ciento. Es fundamental federalizar la competencia de elite cuando quien PAGA POR LOS DERECHOS ES EL ESTADO y la publicidad de los partidos y tandas es estatal.

La reestructuración favorece a la reactivación del mercado interno, EN ESTADO COMATOSO desde hace varios años. Esto es vital ante la depresión del mercado europeo.

AHORRO. Si anclamos en una temporada de 34 fechas –incluye las instancias decisivas– promovemos menos gastos contemplando que los clubes PIERDEN DINERO EN CADA PARTIDO QUE JUEGAN. Además, los futbolistas tendrán más descanso y más organizado.

Un torneo de más de treinta fechas promueve una mirada completa y no semestral. Las estadísticas ofrecerán otro respaldo a la hora de negociar al exterior. Cuando consultamos a expertos en fútbol y marketing, especialmente brasileños, nos señalaron que Brasil VENDE A CUALQUIER MEDIOPELO en millones de dólares porque al Brasileirao le agregan los números de los estaduales y así INFLAN LAS ESTADISTICAS de sus jugadores. No será lo mismo vender un jugador de ocho goles en un semestre que uno de veinte en una temporada.

Este último punto es desopilante. Está claro que los directores deportivos de Barcelona, Galatasaray o Atlas de México ni se percatarán cuando se les intente vender a ese futbolista que no los convenció porque hizo ocho goles en el Final y ocho en el Inicial, bajo el argumento de que, ahora, hará 16 en una sola competencia, aunque se trate de la misma cantidad de partidos jugados.

Hay más, pero sería empalagarnos. Conste que esto de destacar algo con mayúsculas no queda ni bonito ni ortodoxo, pero puede servir para que el lector más avezado y conocedor del ambiente de los medios pueda acercarse al nombre del probable autor de estas hermosuras.

Como les dije, también puede pasar que nada de esto se confirme. O que se modifiquen los torneos con un sistema aún desconocido. Al fin y al cabo, el encabezamiento de la propuesta habla de Variable I, por cuanto habría que considerar que existan más variables.

Dicen que todo se confirmará este martes. Si ello sucediera, y a modo de sugerencia, nunca te olvides de que Julio Grondona es, ni más ni menos, el presidente de la AFA. Y que para que sus deseos se conviertan en realidad necesita el voto de la mayoría de los dirigentes que lo rodean. Esos dirigentes representan al club del que sos hincha; peor aún, al club del que sos socio. Y, por lo general, las cosas que propone Don Julio no sólo ganan las votaciones, sino que lo hacen por unanimidad.

(*) Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario Perfil.