Darío Ruben Ebertz es el chofer del micro de Boca. Fue uno de los más afectados por la lluvia de piedras que sufrió el vehículo en la tarde del sábado, cuando el Xeneize estaba llegando al Monumental para disputar la final de la Copa Libertadores.
"Cuando ayer llegué al hotel, la Policía estaba viendo por dónde agarrábamos para ir a la cancha de River. Todavía no se sabía bien. Siempre se entra por esa esquina, Lidoro y Quinteros. Pero las otras veces había un vallado de madera que iba desde Quintero hasta la puerta de la cancha. Ahora no estaban esas maderas", expresó.
"Pensé que nunca iba a vivir un momento así. Siempre hacemos el camino ese. Se rompieron unos 8 vidrios. Había piedras, botellas, de todo",inició su diálogo con el programa Paso a Paso, por TyC Sports.
Para el "Gringo" el episodio de ayer estaba planificado: "¿Querés que te lo diga clarito? La zona estaba liberada. Se sabía que el plantel de Boca iba a pasar por ahí. Estaba todo armado".
Además ratificó que no pudo conducir el vehículo durante el último tramo hasta la puerta de ingreso al estadio. "Una piedra reventó el vidrio, y me pegó en las costillas, perdí el control. Horacio Paolini, vicepresidente de Boca, tomó el control del volante”.
AM
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