El 11 de mayo se transformó por obra del destino en un día nostálgico para el hincha de Boca. Hace cinco años, en aquel Torneo Final 2014 que tuvo a River como campeón, Juan Román Riquelme jugaba su último partido con la azul y oro, con el 10 en la espalda que le quedaba pintado como a pocos futbolistas en la historia del club.
"Voy a seguir jugando a la pelota, he apostado con mi hermano que voy a jugar hasta los 40. Si no es acá, será en otro lado", declaraba Román ese día mientras toda la Bombonera lo ovacionaba y clamaba por su continuidad. La historia es conocida, luego partió rumbo a Argentinos Juniors, jugó seis meses más en los que quedó "a mano" con el club que lo formó al lograr el ascenso a Primera y después colgó los botines.
Es difícil y hasta injusto evaluar a un jugador tan talentoso desde las estadísticas pero los números también juegan a favor del amor incondicional que sienten los hinchas por él. No necesitó ser el más ganador para ser considerado por la mayoría de los fanáticos como el máximo ídolo de la historia. Le alcanzó con su magia, su talento, y su personalidad para pedir siempre la pelota cuando quemaba y para romperla en los partidos más importantes. La historia ya está escrita y nadie podrá borrarla pero es imposible no extrañarlo para aquellos que lo vieron brillar. Su recuerdo está más vivo que nunca en tantos chicos que se llaman Román en su honor y en estas diez preguntas sobre "El último 10".
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