
Periodista
Arranca la semana final antes de la competencia con un partido clave ante Platense el domingo. Clave porque necesita empezar ganando y clave porque no fue duro de tragar el mal gusto que le dejó el Calamar al gente en la eliminación del Apertura de la Liga Profesional.
Clave también porque no fue bueno lo del Mundial de Clubes y es salida rápida en la primera ronda. El primer paso de local del River de Gallardo va a ser el punto de partida de un segundo semestre con triple competencia y con el objetivo de la Libertadores, sabiendo que la necesidad de un título no se negocia.

No han sido buenos tiempos para Gallardo en cuanto al juego del equipo que desde su regreso en julio del año pasado tuvo un andar irregular.
Con malos momentos que lo dejaron sin copa en una final ante Talleres, que lo sacaron sin resto de la semi de la Copa Libertadores, que lo bajaron de la Liga Profesional por el eterno karma de los penales y que lo acompañaron en el Mundial de Clubes donde no ganó el partido que tenía que ganar ante Monterrey y se volvió antes de lo esperado.
Todo eso le pasó porque Gallardo nunca pudo encontrar que el juego del equipo se parezca a los que hubiera querido y como lo dijo en varias conferencias ese sello inequívoco de la presión alta, de la tenencia profunda y de ser un equipo insoportablemente tenso no estuvo en el ADN.
Por eso ahora, se viene una renovación, el armado de un plantel distinto y la búsqueda de un modo de juego que lo identifique a él y sobre todo a la gente que banca mucho más el pasado que por el presente. La memoria pesa todavía.

Por todo esto, ya empezó a mover el avispero del mercado de pases, buscando jugadores que le devuelvan esa identificación que no pudo hallar todavía o que cuando la encontró se le escurrió rápido.
Lo de Maxi Salas es todo un símbolo. Por su juego y por el esfuerzo que se hizo desde lo económico y lo político, hay una señal que el objetivo es claro y que hacia donde se apunta no hay vuelta atrás, sin mirar los costos.
Tampoco dudó con el tema del ajuste en el plantel y el aviso que al menos una decena de jugadores se vayan buscando club para poder jugar porque hay una lista de 25 nombres con prioridades que no se van a tocar y si a eso le sumamos los refuerzos el plan está a la vista.
Gallardo asumió este desafío de tomar decisiones aunque en el medio hayan quedado jugadores que incluso pidió en el mercado de pases pasado como son los casos de Matías Rojas y Gonzalo Tapia, o Manuel Lanzini, al que pidió su renovación de contrato.

Pasando en limpio, en la parte de atrás: Armani y su alternativa de Ledesma, en el lateral Montiel con Bustos, Paulo Díaz y Lucas Martínez Quarta con reserva de Rivero, Boselli y Pezzella, y el lateral izquierdo con Acuña, más Casco y si llega Juan Portillo de Talleres.
En el medio para la marca va a buscar un volante de contención para sumar a los que tiene internos como Kevin Castaño, Enzo Pérez y Giuliano Galoppo.
Para gestionar y crear cuando cambie de sistema tiene a Nacho Fernández, Pity Martínez y Maxi Meza (baja por operación por 2 o 3 meses).
En la parte ofensiva, mientras recupera a Driussi y espera a Maxi Salas, tiene en lista de espera a Lucas Cepeda, como titular sin salida a Facundo Colidio y a Miguel Borja, que es una incógnita sobre su futuro porque se quiere ir, pero Gallardo no quiere cederlo por ahora.
Con todos estos nombres con los que buscará hacer que la baja de Mastantuono no sea tan dolorosa desde el juego y con la mira puesta en el 14 de agosto porque ese día arranca la Libertadores, Gallardo sabe que en estos días empiezan los desafíos para volver a llevar a River a esos lugares donde ya llevó en los años gloriosos de copas, vueltas olímpicas y estatuas eternas.



