Posó sensual, sin ropa, con su prótesis, para juntar dinero y así poder participar de los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. El resultado fue dual: provocó admiración, pero también despertó el desagrado de algunos sectores de Japón, su país natal, y el gesto de reprobación de muchos de sus compañeros de equipo que se sintieron afectados porque -dicen- desnudar su discapacidad los humilla. Para Maya Nakanishi, la atleta que muestra su cuerpo en un calendario que pretende vender con el fin de lograr por fin un récord mundial, el propósito de las imágenes es diametralmente opuesto: mostrar la belleza de un cuerpo desnudo, con prótesis o sin ella.
“Quiero transmitir el mensaje de que una prótesis es algo hermoso, no un motivo de vergüenza” explicó Maya tras la polémica. “Quiero crear conciencia sobre el deporte para personas con discapacidad en Japón. Siento que tengo que allanar el camino para los atletas con discapacidades que vengan detrás mío”, agregó en su página web oficial. “El contenido de las fotos es la representación de la Maya Nakanishi fuerte, enérgica y positiva siempre”, dice el sitio sobre las 2.000 copias del calendario que la atleta realizó con el fotógrafo japonés Takao Ochi y que se vende por internet a 12 euros cada uno. El verdadero problema, para Nakanishi, está en otro lado.
Accidente, recuperación y récords. A los 21 años, Maya -una joven que intentaba meterse en el circuito de tenis profesional- sufrió un accidente en un taller de marcos de acero que modificó su vida por completo: un hierro de cinco toneladas cayó sobre su pierna derecha. Pasó la mitad de 2006 en un hospital y al momento de pensar en retomar su vida, se encontró frente a un dilema: de conservar el pie, la rehabilitación le llevaría años y en el corto plazo no podría volver al deporte profesional. La decisión fue dura. La joven prefirió sufrir una amputación, que se realizó quince centímetros por debajo de su rodilla.
“No sólo no podía jugar al tenis: al principio no podía ni siquiera caminar correctamente con la pierna ortopédica”, contó Maya. Sin embargo, la esperanza llegó gracias a una empresa de piernas ortopédicas, desde donde le sugirieron encaminar su carrera hacia el atletismo. Decidida a convertirse en velocista, ella comenzó entrenarse y a mejorar sus marcas más rápido de lo esperado. Su esfuerzo le dio frutos: llegó a establecer nuevos récords en Japón en carreras de 100 y 200 metros en apenas seis meses.
La confianza llevó a Maya hasta los Paralímpicos de Beijing 2008 donde logró en la clasificación de los 100 metros un tiempo de 13.93 segundos, quebrando así su propia marca y la de Japón. En la final quedó sexta, mientras que en los 200 metros alcanzó el cuarto puesto. Con la experiencia de una competencia internacional y el afán de superar los límites nipones, la atleta decidió probar suerte en Estados Unidos y en 2009 llegó al Centro de Entrenamiento Nacional Olímpico de San Diego. Allí conoció a su actual entrenador, Al Joyner, quien además la guió para competir en salto en largo. Los resultados llegaron rápido: un mes y medio después, quebró el record de su país al saltar 4,71 m. “Al dice que no tiene dudas de que voy a alcanzar un récord mundial. Entonces, realmente quiero romper récords en las tres competencias”, explica.
Londres, última parada. “Para obtener apoyo no me importa arriesgar todo”, aseguró hace un tiempo la atleta, quien no tuvo reparo en vivir en un auto para formarse en San Diego, donde considera que están los mejores profesionales para incrementar los resultados de su carrera. El dinero que busca recaudar no sólo es necesario para costear el viaje a Londres, sus gastos y la estadía, sino que además precisa pagar su formación y hacerse de dos prótesis para la competencia. Ese dinero que busca por medio de un calendario es la ayuda que su país no le da porque según la Asociación Japonesa de Federaciones de Atletismo para Personas con Discapacidad, incluso los atletas paralímpicos más importantes reciben asistencia financiera limitada por parte del Gobierno.
Participar de los Paralímpicos de Londres es una meta concreta para Maya, y lograr el oro en los 100 y los 200 metros, y también en salto en largo, es el objetivo a alcanzar. Pero hasta allí va a llegar el sueño. “Me voy a retirar después de Londres. Realmente quiero seguir entrenando duro hasta los Paralímpicos de Río pero a mi país no le gusta que me entrene en Estados Unidos. Entonces me echan de la élite de atletas de Japón”, escribió Nakanishi hace dos días en su Facebook. “Estoy cansada de hablar con la gente de la Asociación de Japón. Ellos hicieron muchas cosas malas para mí. Amo Japón, no importa donde esté, donde entrene. No importa cuanta gente me odie. Pero es suficiente para mí. Lo más importante es lo que voy a hacer en los Paralímpicos de Londres. Medallas doradas, ¿por qué no?” se ilusiona en el mismo texto. A los ojos de Maya, no es la desnudez de su cuerpo amputado lo que la humilla como atleta paralímpica, es la indiferencia de su país frente a su objetivo de ser la mejor.
(*) De la redacción de 442