jueves 28 de marzo del 2024

La NBA es el juego de las súper estrellas

En Estados Unidos, el básquet es el segundo deporte nacional. ¿Por qué adquirió una popularidad que no tenía desde que Michael Jordan?

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Una nota de Yahoo Sports del año pasado, firmada por el periodista Ben Rohrbach, alumbró una tendencia sociológica fascinante: según una encuesta de Gallup que se realiza desde 1937, el básquet sobrepasó al béisbol como el segundo deporte más popular de los Estados Unidos. El otro rasgo novedoso de la encuesta es que por primera vez el cuarto deporte se ubicó a pocos puntos porcentuales del tercero. ¿Cuál es el cuarto? El fútbol (soccer). ¿Y el primero, por lejos? El fútbol americano.

Pero, ¿por qué el básquet adquirió una popularidad que no tenía desde que Michael Jordan era amo y señor de la NBA? ¿Y qué cambió para que tantos estadounidenses -y aunque no hay un estudio que lo ratifique, tantos ciudadanos del mundo- pusieran su atención en esa fiesta de estímulos que se retroalimentan?

Por un lado, el juego se enfocó más que nunca en los jugadores, especialmente en superestrellas como LeBron James, Kevin Durant, Kyrie Irving, Anthony Davis, Joel Embiid, Kawhi Leonard, Stephen Curry, James Harden y Paul George. Y dentro de este fenómeno cabe agregar a extranjeros que, frente al retiro de Manu Ginóbili y a la declinante actividad de Dirk Nowitzki, recogieron la antorcha sin timidez, como Giannis Antetokounmpo, quien liderará uno de los dos equipos del All Star Game, y Luka Doncic, quien en su año de novato se convirtió en el jugador más joven en anotar 1.100 puntos precisamente antes del receso del Juego de las Estrellas.

Sin embargo, recientemente Gregg Popovich, el histórico entrenador de San Antonio Spurs, se quejó de que la defensa, los rebotes y las pérdidas son variables irrelevantes en un juego que se obsesionó con los tiros de tres y que “ha perdido la belleza”. Aunque Popovich tiene razón parcialmente, porque además de ser exagerado no se lo veía tan incómodo con los triples cuando tenía en su plantel a Leonard y a Danny Green, hay una realidad: su juego de media cancha cansino, que apuesta a la defensa férrea y a resolver las ofensivas mediante sucesivos pases que encuentren un hombre abierto, caducó en favor de equipos que evitan deliberadamente los dobles.

Entre ellos figuran los Houston Rockets, dirigidos dogmáticamente por un técnico que parece aceptar solo los triples y los tiros libres, y los Golden State Warriors, que este año agregaron a su plantel a DeMarcus Cousins y se muestran más flexibles, porque Steve Kerr es un entrenador que siempre se las ingenia para ser moderno y versátil.

En la práctica, esto significa que los antiguos pivots musculosos y lentos quedaron relegados: hoy es necesario correr y, sobre todo, saber tirar. Si para muestra vale un botón, en el partido que el martes 12 le ganó a Utah Jazz, Golden State intentó… ¡41 triples!

Hablando de pivots, la NBA vivió hace pocos días una novela de proporciones bíblicas, cuando el majestuoso Anthony Davis pidió ser traspasado. Pero tras días de negociaciones con los Lakers de LeBron James y de Magic Johnson como mandamás externo, Davis se quedó en New Orleans Pelicans, donde no quería estar, lo que demuestra que el mejor básquetbol del mundo sigue siendo regulado con mano firme, con control ejecutivo, topes salariales e impuestos de lujo una vez que éstos se sobrepasan. En la tierra de los brotes verdes, el imperio de la ley está por encima del precapitalismo acrítico de la Argentina.

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.