Es la prueba madre de los Juegos Olímpicos. La última del atletismo en Río 2016. En esta ocasión se inició y concluyó en el emblemático Sambódromo, incluyendo el Aterro do Flamengo, desde donde se tiene una vista privilegiada de la bahía de Guanabara y del cerro del Pao de Azúcar, y pasó por importantes puntos turísticos de la ciudad, como el Museo de Arte Moderno, la iglesia de la Candelaria y la Zona Portuaria.
La prueba se la llevó el keniata Eliud Kipchoge, quien dominó el maratón en los últimos años y que se consagró campeón olímpico con una soberbia demostración de fuerza en los diez últimos kilómetros. Su tiempo al llegar al Sambódromo fue 2h08:44.
Los tres argentinos que participaron completaron la distancia por sexta vez en la historia. Mariano Mastromarino (53º), Luis Molina (89º) y Federico Bruno (137º), siendo la llegada de este último uno de los momentos olímpicos de Río.
El primer argentino en cruzar la meta fue Mariano Mastromarino. El marplatense de 33 años y ganador de la medalla de bronce en los Juegos Parapanamericanos de Toronto, finalizó en el 53° lugar con un registro de 2h18:44. A la hora de terminar aseguró que lo aquejó "una puntada en el bazo hasta el kilómetro 36. Después disfruté llegar".
El segundo fue el bonaerense Luis Molina, quien a sus 27 años quedó 89º, con un tiempo de 2h.23:55. El tercero que arribó de los argentinos fue el que más emocionó. Es que a falta de siete kilómetro para la llegada, Federico Bruno sintió un dolor muscular en uno de sus isquiotibiales y pudo completar su carrera corriendo de costado.
Fue vital la ayuda que tuvo de parte del paraguayo Derlys Ayala. Estuvo a punto de abandonar en varias ocasiones pero en un verdadero ejemplo de espíritu olímpico cruzó la meta. El corredor entrerriano de 23 años quedó en el puesto 137º con 2h40m05.
(*) Enviado especial desde Río.