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Rompe el molde y ciertos prejuicios que pesan sobre los individuos que habitan Europa del Este. Se los suele tildar de fríos, parcos, secos. Sin embargo, el número dos del mundo, Novak Djokovic a su talento desmesurado le aporta una importante cuota de histrionismo. Y en la despedida de nuestro David, no defraudó al público: bailes, actuaciones como médico y las ya clásicas imitaciones.
La gente no sólo despidió al último gran jugador que dio la Legión, sino que deliró con el humor que le puso el serbio.
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