viernes 22 de noviembre del 2024

Boca, Racing y Rivotril para todos

Racing acaba de mal-despertarse de un nuevo sueño mientras Boca sale de su última pesadilla y River consolida su actual aptitud onírica. Un análisis de la actualidad de los "grandes".

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Racing acaba de mal-despertarse de un nuevo sueño mientras Boca sale de su última pesadilla y River consolida su actual aptitud onírica. La derrota de Racing ante Independiente no fue sólo ‘perder el clásico’, en tanto la victoria de Boca sobre Vélez significa un renacer y el categórico triunfo de River ante San Lorenzo una lozana confirmación. La fecha número cinco –25% del torneo–, además de revelar los primeros síntomas de salud de cada equipo permite diagnosticar su perspectiva futura (esta vez con más intensidad que habitualmente porque el fixture de la quinta jornada enfrentó a los seis más ‘Grandes’ entre sí).

¿Cuál es la diferencia entre todos ellos y qué es lo que se debe observar en este primer check-up? El nivel de ansiedad de cada uno. La ansiedad es un trastorno que se identifica fácilmente en forma individual, pero también puede ser una patología colectiva. Los psiquiatras señalan que se muestra de cuatro formas: 1- aprehensión mental (el River de Gallardo, rápido se torna dueño consciente de pelota y cancha, desde el inicio y no desiste ni se calma aunque vaya ganando); 2- tensión física (Independiente en el inicio del clásico: no conseguía soltarse, jugar, y mal se defendía); 3- síntomas corporales (Boca y sus infinitas lesiones musculares: somatización de la crisis); y 4- ansia disociativa (Racing el domingo: no vivía la realidad que necesitaba para revertir el resultado; cuando más necesitaba ‘ser’ no era, estaba despersonalizado). Sí, dentro del fútbol se puede auscultar la dosis de ansiedad que afecta a cada club y como cada uno de ellos la enfrenta y resuelve.

River, por ejemplo, no tiene ningún desasosiego, volvió a las copas internacionales, es el último campeón y aunque Gallardo precisa confirmar que puede ser su técnico, encontró todo organizado para trabajar con tranquilidad: Plantel apto, refuerzos apropiados y buenos resultados inmediatos. Así, usa su ansiedad positivamente, para arrasar a los rivales. Vélez vive una situación parecida (meses antes cambió el entrenador con todo en orden). El Turu Flores también precisa confirmar que puede sustituir a Gareca, pero es de la casa, era su ayudante, tiene crédito y aceptable plantel además de inferiores capaces de nutrirlo de aquello que precise. También canaliza su ansiedad favorablemente. Lo cierto es que ambos pernoctan tranquilos sabiendo que no tendrán delirios nocturnos.

San Lorenzo e Independiente son situaciones distintas a las de River y Vélez y también a las de Racing y Boca. Campeón de América por primera vez, San Lorenzo sigue soñando de forma natural, duerme como un bebé sin siquiera recurrir a remedios caseros; su objetivo está en Marruecos, piensa en diciembre, sin otro estrés que no sea el de perder algún jugador más para el principal partido de su historia, por el título del mundo, ante el Real Madrid. Ninguna angustia; controla la ansiedad. Independiente, después de lo que pasó en las últimas temporadas y por lo mal que se reforzó sabe que cualquier cosa que no sea volver a la ‘B’, para este año, estará bien: y como no hay descensos tampoco tiene sentido que pierda el sueño. Ganando el clásico como lo ganó ya salvó su año y descargó su ansiedad que sólo Racing le podía generar. Bauza por la Libertadores y Almirón desde el domingo, pueden relajar, no son ni serán víctimas de ningún tipo de ansiedad perturbadora.

Los casos de Boca y Racing son otra cosa. Están invadidos por la ansiedad. No consiguen dormir sin auxilio externo. Sus sentidos están alterados. Racing porque arrastra pesadillas desde hace años, cada vez que despierta es porque cayó de la cama. Su primera fase de sueño generalmente es somnolienta pero aceptable, ya en la segunda se sobresalta, nunca llega a la etapa REM. Quiere tanto borrar el pasado que se lo traga su propia neurastenia. Boca, en cambio, necesita revertir lo reciente, el ciclo Bianchi que, inesperadamente, más que hacerlo soñar lo noqueó. Así como una década atrás alucinaba con ‘el celular de Dios’, esta vez anestesió todas las emociones, se incomunicó con el éxito; fue lo peor que le pasó al club porque subió la vara de las expectativas (que no se cumplieron) y residualmente dejó un plantel de poco nivel para cualquier aspiración. Una zozobra casi desconocida en el club de la ribera. Es otra víctima de la ansiedad. Los dos, Racing y Boca, precisan de tratamiento.

Racing es asunto serio. Habría que internarlo. Una vez más nos hizo creer que se podía fantasear. Aunque había señales que nadie vio: su DT, Diego Cocca, estadísticamente es el peor entrenador debutante en la historia del Santos Laguna mexicano, pero sus breves actuaciones en el fútbol argentino y la falta de exposición mediática, lo tornaron creíble. Inicialmente creíble. Sin embargo, al llenar su equipo de jugadores gerenciados por su mismo representante, Cristian Bragarnik, trastabilla y nos lleva a tomar Rivotril para creer que aún así hay esperanza, que es posible. El Rivotril es la llamada droga de la felicidad, la que sustituyó al Valium de los ‘70, al Lexotanil de los ‘80 y al Prozac de los ‘90.

En su debut, Cocca le ganó a su anterior club, Defensa y Justicia, cuyo fútbol lo maneja su representante (¿curioso, no?) y luego a ‘medio’ San Lorenzo –cinco suplentes–, que aún festejaba el título continental. Tigre, ajeno a todo, lo vapuleó 4 a 0 en la tercera fecha. Mal se recupera con un agónico triunfo ante Arsenal, en la cuarta, gracias a un penal que no existió y, como casi siempre, sucumbió en el ‘Libertadores de América’.

En los días previos al clásico de Avellaneda, Almirón, hincha del equipo que entrena, fue claro: “Hay que ganarle a Racing”. Diego Cocca, en cambio, dejó dudas, dijo que “no importa perder el clásico si ganamos el campeonato”. No entendió donde está, no asimiló las necesidades del club y mucho menos las ansiedades históricas de su gente. Si se fuerza un poco, la frase debió ser exactamente inversa: “Aunque no seamos campeones tenemos que ganarle a Independiente”. Era el primer clásico desde el retorno de la Segunda División de los vecinos y hacía 13 años que la ‘Acadé’ no ganaba de visitante. Ahora son 14. El triunfo era lo único que cabía. Cocca no lo vio de ese modo y así le fue.

Cocca arma el equipo con prioridades que no son las ideales. Pone a Saja porque no se atreve a sacarlo, pero Saja está mal, en un año pasó de ser imbatible a totalmente vulnerable; en todos los partidos cometió errores intolerables (Gareca acaba de ser despedido del Palmeiras brasileño porque bancó al arquero Fabio que le perdió cuatro partidos de seis; le puede pasar lo mismo a Cocca). Pero, claro, no tiene suplente a la altura. El volante Nelson Acevedo, proveniente de Defensa y Justicia, club cuyo fútbol –repito–, maneja oficialmente Bragarnik, no tiene nivel de Primera ‘A’ (Acevedo quedó libre de las inferiores de Racing años atrás): en el clásico lo sustituyó Diego Villar, también agenciado por Score Fútbol, la empresa de Bragarnik.

El joven entrenador de Racing pone desde el arranque a Diego Milito, la principal estrella, cuando es patente que no puede jugar los noventa minutos, mucho menos tres partidos en ocho días como sucedió la semana pasada; lo pagó caro: Milito salió lesionado antes de la media hora del clásico (desgarro de 7 milímetros en el bíceps femoral de la pierna derecha), y ahora no jugará por veinte días. ¿No es mejor tenerlo media hora bien todos los partidos que perderlo la mitad de ellos? Cocca no parece preocuparse, lo reemplaza con Gustavo Bou, otro ‘crack’ (¡my god!) de Christian Bragarnik. Así no, así no va.

No estoy diciendo que Racing perdió el clásico por Bragarnik, no, porque el empresario tiene tantos jugadores en la ‘Academia’ como en ‘el Rojo’, donde curiosamente el entrenador Jorge Almirón es otro representado por Score Fútbol que también maneja a Godoy Cruz. Por el club de Mendoza pasaron varios de los antes mencionados. En Independiente, el domingo, jugaron Juan Martín Lucero, Cristian Tula y Victor Cuesta todos jugadores de Bragarnik. Pero Independiente es otra historia, hoy no es un club serio, está en manos del gremialista Moyano y sus hijos, no hay una gestión futbolera de cuño. Interesa para otros fines. Casi que, como en Defensa y Justicia, es bienvenida la participación de Bragarnik y su Score Fútbol.

Está claro que Racing perdió por el árbitro: Fernando Rapallini fue un desastre, no puede dirigir en alto nivel (la AFA ya avisó que será ‘parado’ en la próxima fecha). En la previa del match, revisando sus estadísticas, surgió que Racing nunca había perdido con él ‘pitando’ y, en paralelo, Independiente jamás había ganado con él dirigiendo. Estaba claro que era el partido ideal para acertar las cuentas aunque más no fuese inconscientemente. Venía de arbitrar, con polémica, a Godoy Cruz y Rosario Central. No merecía el clásico, pero lo tuvo y ahora Racing ya perdió con Rapallini e Independiente ya ganó con Rapallini. Quien quiera culpar a Don Julio Grondona que lo culpe, pero recuerdo que está muerto.

Los efectos colaterales de Bragarnik son más amplios y pueden afectar a Cocca si no gana seguido y no se silencian voces como la del defensor de All Boys Leonel Di Plácido, que el viernes pasado parecía interesar a la Academia sobre el cierre del Libro de Pases. Di Plácido no firmó porque, según sus declaraciones, el representante de Cocca le dijo que "tenía que ir con él" para poder transferirse a Racing; en otras palabras debía romper el compromiso con su actual agente Fernando Hidalgo. Di Plácido, dicen, no quiso cambiar de agente para ir a Racing porque, mejor para él, el año próximo recalará en Boca: Hidalgo es el representante de varios ‘cracks’ que Bianchi aprobó: Chávez, Calleri, Meli… (Hidalgo coloca jugadores en la calle Brandsen desde la presidencia de Mauricio Macri).

Más allá de los intermediarios y los técnicos, o por causa de ellos, para el ansioso hincha albiceleste se anuncian los llamados ‘terrores nocturnos’, esa zona intermedia entre el sueño y la vigilia. Cuando no se está ni despierto ni dormido. Si metemos todo y todos en una misma bolsa difícilmente extraigamos de ella un equipo campeón, ese por el que Cocca ‘resignó’ el clásico. Hará falta bastante Rivotril si se quiere un poco de felicidad en Mozart y Corbatta.

El caso Boca es sorprendente. Su ex lateral Arruabarrena en cuarenta y ocho horas transformó al equipo que mal manejó Carlos Bianchi. El ‘Vasco’ hizo lo correcto (excluyó hasta de la lista de suplentes al pibe Federico Bravo y mandó al banco al lateral Nahuel Zárate). Pero también tuvo suerte, además de tener recuperado a Gago, que por bajo que esté es más que casi todos en Boca, puso a los dos que mejor jugaron y que con Bianchi eran reserva o nada: César Meli y Nicolás Colazo. La rompieron. Aunque la recuperación fue ante Vélez, uno de los tres mejores equipos del fútbol nacional, tampoco hay que creer que Boca es otro River; no lo es, ni siquiera es San Lorenzo en la comparación de planteles. Habrá que esperar tres o cuatro fechas más para saber si lo del domingo, en la Bombonera, fue una golondrina pasajera o llegó el verano auriazul.

Medicación. Así las cosas, a ‘la doce’ le recomiendo seguir tomando Rivotril, no creo que el cuerpo humano boquense ya produzca melatonina, la hormona que, entre otras funciones, es hipnoinductora. Igual, con Rodolfo Arruabarrena, la hinchada xeneize podrá dormir mejor, no llegará a soñar con títulos en lo que resta del semestre, pero tampoco terminará último como amagaba con Bianchi. Ya en Racing el tratamiento para su ansiedad es más severo, debe aumentar la dosis. El insomnio puede ser el mismo del segundo ciclo de ‘Mostaza’ Merlo, del cierre de Russo, del adiós de Basile, del segundo torneo de Luis Zubeldía o de los breves pasajes de Barbas y Vivas… Un insomnio agudo, primario, crónico, intrínseco y extrínseco. Completo.

IN TEMPORE: Héctor Daniel Lalín, el hombre que mandó a Racing a la quiebra, hizo en Facebook un descargo personal respecto de mi penúltima columna. Expresó su verdad que puede ser tan o más válida que cualquier otra, que la mía inclusive, pero no expuso ningún documento probatorio de nada. Yo quiero creerle, porque lo que escribí me suena a que fue así, pero no deja de ser una versión de los hechos, reunida a través de años y de distintas fuentes. Tampoco me interesa que sea ‘así’ como la cuento, lo que importa es la verdad, la mayor aproximación a ella y en horabuena si mi texto genera que, entre todos, se reconstruya el rompecabezas final. Mi primer interés es el fútbol y Racing, después sus hombres, protagonistas buenos o malos, pero hacedores de la historia al fin; sólo que esos hombres están obligados a probar lo que dicen porque por sus manos pasaron los documentos que los periodistas no firmamos ni tenemos.

Me gustaría creerle a Lalín porque personalmente estimo que ningún presidente de club llega a esa posición queriendo hacerle daño a su institución; tampoco pienso que llegan a ese cargo para enriquecerse, aunque algunos lo hayan hecho. Deseo pecar de inocente y creer que no asumieron con esa vil intención, que después los hechos los empujaron a ‘meter la mano’ a quienes la metieron; que las circunstancias los obligaron a ser desleales hasta con sus propios sentimientos. Partiendo de ese principio, todos los presidentes de clubes son buenos hasta que demuestren lo contrario. Para el 99% de la hinchada de Racing, Lalín demostró lo contrario, no fue bueno, le hizo mal al club (aclaro que yo estoy en el uno por ciento restante), por tanto le pregunto al presidente más detestado y desprestigiado de la historia del club: ¿Por qué hay que creerle? ¿Sólo porque usted lo dice? No alcanza, el pasado lo condena, le pido documentación. Discúlpeme pero en Racing, más allá de mi solitaria valoración, usted es algo así como aquel pastorcito que gritaba “¡el lobo, el lobo!” hasta que se lo comió el lobo… Recordar el episodio del redoblante.

La última, Lalín: Sí, yo sabía y siempre supe que Osvaldo Otero, su antecesor en el trono académico, en los últimos años era abogado de la AFA en otro socorro grondoniano (ayudó más que muchos racinguistas); lo que no sabía es lo que usted da a entender, que no trabaja más en la calle Viamonte. Gracias por el dato aun cuando no sirve para nada, es información vacía aunque usted la diga como si estuviese revelando la alineación de un nuevo Racing campeón. No lo es. Como tampoco mi columna era un bombardeo a su gestión, diría que la justificaba, pero la leyó rápido, influenciado y creyendo que era otro ataque más de los tantos que le hicieron (de hecho no recuerdo haber leído nunca nada a su favor: prensa jorobada la nuestra, ¿no?). Abrazo ‘académico’.

(*) Director Perfil Brasil; creador de SóloFútbol y autor de ‘Archivo [sin] Final’.