Imposible resulta separar a la política del deporte. Desde tiempos inmemoriables, el deporte como acto lúdico ha servido a fines políticos: evitando una contienda bélica o ganando una elección democrática apalancándose en un éxito. Es común verlos comportarse como amantes ocultos: que se cruzan en privado pero buscan evitarse en público. Pocas veces, el fuego es tan fuerte que blanquea una realidad patente. Momentos como el actual, donde todos hablan del ENARD y del affaire de Moccagatta con las piletas pero ¿qué está primero el huevo o la gallina?
Hace más de cuatro años, más específicamente el 4 de julio de 2013, en la sede del Comité Olímpico Internacional (COI) en Suiza, la delegación argentina vibraba euforizada. Mauricio Macri, por entonces jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino (COA), festejaban la elección de la capital Argentina como sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018. Unos Juegos relucientes pero supuestamente austeros, que costarían “solo el 1% del presupuesto anual de la Ciudad”.
Hace dos años, el presupuesto original que proyectado para la realización de los Juegos Olímpicos de la Juventud (YOG) pegó un salto descomunal y superó lo planificado. De los 10.787.175 pesos invertidos en 2014 y los $297.190.24 en 2015, llegó a $1.217.690.417 en 2016 y están proyectados más de $2.500.000.000 durante el corriente 2017. El gasto del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para los YOG ya cuadriplica lo estimado y todavía falta el último año que siempre es el que más inversión demanda.
Hace un casi un mes, más específicamente el 31 de octubre de 2017, el Gobierno Nacional presidido por Mauricio Macri, presentó públicamente la Reforma Tributaria, que ahora está en discusión en el Congreso. En uno de sus puntos, elimina la cláusula recaudatoria que financia al Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (comúnmente conocido como ENARD), al quitarle la alícuota del 1% de la facturación por telefonía celular, de cada uno de los contribuyentes de la Argentina. Con esta decisión, la elite deportiva perdería una fuente de ingreso que lleva aportado casi 3000 millones de pesos desde su implementación en 2010.
Hace una semana, haciendo salir a la luz lo que aparentaba ser una puja interna política, el sitio “Olímpicos Argentinos" del destacado periodista Ernesto Rodríguez tituló “La muerte del ENARD”. En el portal se notificaba que “el artículo 124 de la Reforma Tributaria disponía la derogación del inciso A del artículo 39 de la Ley 26.573”, lo que virtualmente dejaba al Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo sin financiación genuina. Recién unas horas después, Gerardo Werthein tuiteó “Estamos todos trabajando en la búsqueda de una solución para todos nuestros deportistas” y se solidarizaron un sinfín de atletas en las redes sociales bajo el Hashtag #BanquemosAlEnard.
Hace unos días, el programa de Jorge Lanata, Periodismo para todos, llamativamente se involucró con el deporte como nunca antes. El informe presentado sobre la gestión de Carlos Mac Allister como secretario de Deportes de la Nación, hizo hincapié en presuntas contrataciones irregulares, discrecionalidad de subsidios (como los aportes económicos recibidos por la Sociedad Colombófila Paloma Mensajera de Pergamino, la Lucila Polo Club y el Mercedes Golf Club de Buenos Aires) como si fuesen clubes de barrio, y/o el tráfico de influencias, principalmente en manos del subsecretario Orlando Moccagatta (ex entrenador de José Meolans) quien estaba detrás de la proliferación de piletas de natación Myrtha Pools en distintas partes del país.
¿Esta concatenación de eventos, desde el 2013 a antes de ayer, es casual? ¿Realmente tomó por sorpresa al Grupo Werthein la decisión de quitar el aporte al ENARD, cuando son ellos quienes manejan un conglomerado importante de Telecomunicaciones argentinas y deberían estar advertidos y notificados de cualquier variación en los canones impositivos? ¿El Estado está realmente en condiciones de solventar lo necesario para el desarrollo de deporte de alto rendimiento, si no existiese el ENARD? ¿Argentina, como Nación aquejada por una epidemia de obesidad (asociada al sedentarismo y la malnutrición) debe priorizar los gastos esporádicos para un evento mundial juvenil o los constantes e imperiosamente necesarios vinculados al ínfimo 0,5% de los deportistas de alto rendimiento, por sobre los de iniciación deportiva recomendados en el 99,5%? A su vez, ¿una inversión invalida o potencia la otra? Preguntas a las que siempre debemos darle respuesta y no tienen una única opción como válida. Preguntas para reflexionar pero cómo verá, entre estos amantes, el amor no es fortuito y la relación no es casual. Bienvenido sea el debate.