viernes 22 de noviembre del 2024

Ley del aborto: un debate que no llegó al deporte

A diferencia de lo que sucedió en otros ámbitos, las deportistas no se pronunciaron. ¿Por que? Machismo, alta competencia y el interés de sponsors.

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Fueron años de lucha. Meses de debate. Días de pronunciamientos. Y en ese camino sensible y sinuoso, distintos colectivos –de actrices, de docentes, de periodistas, de médicas y de muchos otros rubros– dejaron clara su postura con respecto al proyecto de legalización del aborto que se tratará el miércoles en el Senado. Sin embargo, en todo este tiempo las deportistas prefirieron no hacerlo. No hubo fotos ni firmas a favor ni en contra. No hubo pañuelazos verdes. Tampoco pañuelazos celestes. El deporte, en términos generales, hizo mutis por el foro.

Las opiniones de las deportistas quedaron destinadas a los comentarios individuales. O ni siquiera eso: hubo muchas que prefirieron no declarar ni en público ni en privado. ¿Por qué las mujeres que compiten en alto rendimiento y tienen un mayor nivel de exposición no salieron a explicitar su postura en un tema que está en la centralidad de la agenda pública desde principios de año?

Mónica Santino, una de las pioneras del fútbol femenino en el país, tiene una teoría sobre esto: “Me parece que la conciencia de género en este espacio es más costosa. En términos de cómo está organizado el deporte, de cómo está invisibilizada la mujer en el deporte, sobre todo en deportes federados. Para la mayoría se hace difícil pronunciarse”, asegura.

Si una de las discusiones centrales gira en torno al derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, ese aspecto para las deportistas es incluso más complejo, porque sus cuerpos son los que les permiten practicar en la alta competencia. “Si cualquiera de nosotras abortara por querer jugar un Mundial o un Juego Olímpico, eso generaría un conflicto social grande”, reconoció a TyC Sports Belén Succi, la arquera de Las Leonas.

Todas las deportistas con las que habló PERFIL –algunas a favor de la ley IVE, otras en contra– admitieron que la discusión, a diferencia de lo que sucede en muchos otros ámbitos de la sociedad, sigue siendo tabú. “No se pronuncian porque no hay unanimidad”, avisa a este diario Valentina Kogan, ex arquera del seleccionado femenino de handball (La Garra). Y esboza una teoría sobre la incidencia que pueden tener empresas y gobiernos en este silencio colectivo: “Como está intentando vivir del deporte, la deportista depende en muchos aspectos de los sponsors o de determinados apoyos del Estado. Por eso creo que se cuida al hablar. Porque su opinión puede afectar sus intereses”, ensaya Kogan, que recuerda lo que sucedió con Michael Phelps y sus patrocinadores cuando se filtró una imagen del nadador estadounidense fumando marihuana. En algún punto, a muchas deportistas les sucede lo mismo que a muchas periodistas o medios de comunicación: sus palabras pueden molestar a quienes las sostienen económicamente.

Aunque la falta de una posición colectiva también tiene que ver con algo inherente al espacio: “Históricamente la mujer estuvo subordinada en el deporte, no tiene voz y muchas veces se conforma solo con competir. Incluso el propio feminismo dejó de lado al deporte y al juego”, explica Santino, que ayer participó en Ferro de una charla que tuvo a deportistas e integrantes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.

“De ese tema no se habla. Más allá de estar a favor o en contra, es como que las deportistas se cierran”, reconoció Sofía González, de la selección de rugby femenina. “Es una cuestión muy sensible”, dice Georgina Klug, que integró la pareja de beach vóley argentina en los Juegos de Río de Janeiro junto a Ana Gallay. Klug prefirió no explayarse sobre la situación. La que sí decidió dejar clara su postura, en el programa Era por Abajo, de la AM 1110, fue Ruth Bravo Sarmiento, jugadora de Boca y de la selección femenina de fútbol: “Hace unos años una familiar abortó y yo me enojé muchísimo, pero gracias a las marchas y a lo que uno escucha y aprende entendí que el aborto legal tiene que ser ley”, remarcó. Ruth fue una de las pocas excepciones de un ambiente, el deportivo, que escondió sus pañuelos en los vestuarios.

Yo también lo hice

Estoy a favor de la despenalización del aborto y por un aborto legal y gratuito porque yo también lo hice. No es fácil contar esto después de muchos años, pero decido poner mi voz y mi cuerpo a esta lucha por todas esas mujeres que mueren o quedan con secuelas por abortar en los peores lugares.

En ese momento tomé esa decisión porque no veía otra opción. Yo era muy joven, ya vivía en la casa de mi papá, trabajaba en un astillero donde me pagaban migajas y los findes en un boliche como bailarina. Ahí conocí a alguien y quedé embarazada porque falló la prevención. Obviamente cuando se lo conté me trató de puta.

No lo dudé y le pedí a una de mis amigas que me ayudara. Fuimos a ese lugar por Moreno o José C. Paz, ya ni recuerdo, pero nunca me voy a olvidar en la vida cuando crucé la puerta de entrada.

Entré y ahí estaban en una sala de espera mujeres de todas las edades. Apenas se animaron a subir la cabeza para ver quién entraba, y en el aire se sentía esa presión, que era el miedo, la incertidumbre y por sobre todo la vergüenza. Porque todas sentíamos eso. Estábamos ahí todas sentadas como condenadas y cada una que entraba no sabía si salía. Y la que lo hacia tenia que seguir con su vida con el silencio en el vientre para que nadie te juzgara.

Cuando me tocó entrar el tipo me dijo solo: “Hola, ponete cómoda ahí”. Me subí a ese banco que están en los ginecólogos y me ató los brazos en una especie de cruz “para que dormida no te muevas o te caigas”. Me terminó de atar y luego vino la anestesia. Lo último que recuerdo de ese momento fue que miré al costado y vi palanganas de acero con sangre.  Ahí cerré los ojos…

Al despertar estaba en un lugar oscuro y lleno de camas con mujeres y niñas una al lado de la otra. Como en las películas de guerras, que están todas las camas juntas. Vino una mujer y me dijo: “Recién saliste, ¿cómo te despertaste?”. Sólo le dije “me quiero ir”. Y me fui…

Perdón por la crudeza, pero escucho a muchos decir que si se legaliza el aborto sería como un hobby para algunas mujeres, cosa que creo muy lejos. Y si le interesa a alguien saber por qué lo hice fue porque yo nací en una familia pobre, donde sufrí la ausencia de mis padres, sus peleas por no llegar a fin de mes. Porque viví muchas veces que mi mama e inclusive yo no repetíamos el plato o fingíamos no tener hambre para que los más chicos comieran. Donde con suerte me vestía con la ropa de mis primas porque no tenían para comprarme. Donde más allá de la vergüenza que te genera no tener nada, te angustia no tener para comer. ¿Y yo qué iba hacer? ¿Tener un hijo para repetir lo mismo? ¿En qué condiciones iba a hacer frente a eso y encima sola? ¿Cuánto tiempo iba a poder mantener la excusa de que yo no tenía hambre? Qué momento de mierda.

Si quería traer a alguien al mundo tenía que tener como mínimo comida, un lugar, una familia. Yo no tenía nada de eso. Y sabía perfectamente el dolor que es pasar por eso.

Necesité muchos años para poder tener cosas básicas y no me arrepiento de lo que hice. Y hoy tengo mucha fortaleza para ayudar a otras niñas y mujeres para que no repitan lo que yo viví. Lo hago con educación y contención, cosas básicas que las mujeres no tenemos por el solo hecho de serlo.

Me duele mucho contar esto pero no quiero ser una hipócrita.

Por eso: aborto legal, seguro y gratuito.

*Evelina Cabrera, Cofundadora y presidenta de la Asociación Femenina de Fútbol Argentino.

Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.