Casi como una constante, el clásico rosarino se vive con enorme intensidad y mucho miedo a perder, lo que suele provocar un exceso de pierna fuerte y partidos poco atractivos para la vista de los hinchas neutrales.
El domingo no fue la excepción y ni siquiera el gol tempranero de Germán Herrera a los dos minutos generó que se rompa el partido y aparezcan los espacios. Un día después se jugó el clásico de Reserva, más vistoso en ese sentido pero tampoco escapó a los nervios que dominan esta clase de cruces y por momentos, su puso más picante de lo permitido, se armó una gresca entre los jugadores de Central y Newell's con golpes incluidos y el árbitro se vio obligado a mostrar una tarjeta roja.
Pese al 2-2 con el que terminó el juego de Reserva, los chicos de Central se fueron más felices porque perdían 0-2 y llegaron a la igualdad con un futbolista menos.
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