miércoles 11 de diciembre del 2024

Un traslado con incertidumbre

Tras los Juegos de la Juventud, Macri anunció el paso del CENARD a Villa Soldati. Ni el mayor optimista puede pensar que es un beneficio para el deporte.

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Días después del cierre de los Juegos Olímpicos de la Juventud, cuando aún se disfrutaban las conquistas y las emociones, el presidente Mauricio Macri anunció frente a cientos de atletas lo que ya se venía planeando y era un secreto a voces: el traslado del Cenard a Villa Soldati, donde funcionó el Parque Olímpico de estos Juegos, a través de un acuerdo entre el Gobierno de la Ciudad y Nación. Solo faltaron los bombos y platillos, asumiendo que esta decisión era una buena noticia para los jóvenes deportistas, a quienes mudarán sin siquiera consultarles dónde quieren vivir.

El Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo es mucho más que un predio ubicado en una zona de excelencia como es Núñez. Con sus debilidades y abandonos, ya hace más de sesenta años que es el suelo desde donde despegan los que vuelan alto, el hogar de los que viven lejos y el refugio de los que creen que es posible crecer cada vez más.

En esa cancha de hockey, Luciana Aymar estuvo años  entrenando para después mostrarle al mundo todo su talento. Allí, Braian Toledo se hizo fuerte para lanzar su jabalina hasta alcanzar una estrella. En ese gimnasio, Paula Pareto, la Peque, se preparó jornadas larguísimas para lo que luego sería su momento de oro.

Mucho antes de ser “el pibe de 40”, Manu Ginóbili clavó sus primeros dobles en las prácticas que formaron al jugador que fue. En esos predios fue donde Federico Molinari, en una siesta entre anilla y anilla soñó llegar a una final olímpica. En esa pista de atletismo, el hijo de Alejandra García construyó castillos de juguetes mientras ella saltaba acompañada de su garrocha hasta acercarse cada vez más al sol.

Es un sitio lleno de atletas practicando día y noche. Es la escuela de valores deportivos y humanos. Entrenar en el Cenard es pertenecer al mundo de los más destacados, de los talentosos, de los que se animan a más. Ahí transpiran los soñadores a quienes les dijeron que en ese lugar las fantasías se empiezan a cumplir.

La construcción del Cenard empezó en 1953 por un decreto del presidente Juan Domingo Perón. Durante la llamada Revolución Libertadora el centro deportivo cerró sus puertas, lo sumergieron en el abandono y la destrucción. En 1989 se empezó a reconstruir de cara a los Juegos Panamericanos de Mar del Plata de 1995. Hoy es un espacio de más de 115 mil metros cuadrados, donde 2.500 deportistas aprovechan al máximo las grandes condiciones de que dispone esta cuna de deporte argentino.

La incertidumbre es la bandera que llevan los atletas en este momento. ¿El nuevo predio de Villa Soldati tendrá las mismas condiciones que la histórica “casa” de Núñez?

Federico Molinari es uno de los atletas a los cuales esta noticia lo tomó por sorpresa. “Hay deportes que van a tener posibilidades de desarrollarse mejor, como la natación, con una pileta de última tecnología a nivel mundial”, dijo el gimnasta. Pero también sabe que hay ciertas disciplinas que, por el momento, no obtendrían frutos: “Todavía no estamos seguros de si el gimnasio se va a poder instalar en Soldati, con lo cual a nosotros nos terminaría perjudicando”.

Al igual que otros atletas, Molinari considera que “la opción ideal sería mantener los dos predios”, ya que lo que necesita el deporte argentino es crecer, una mayor inversión que posibilite dar ese salto de calidad para profundizar los logros que se dieron en los últimos años en el olimpismo.

Otro gran interrogante es qué va a pasar con los terrenos de Núñez. El Gobierno quiere convertir el 65% de la superficie en espacios verdes y destinar el resto a desarrollo inmobiliario. A tener en cuenta, la cotización del metro cuadrado en Núñez es de casi de 3.600 dólares, contra 665 dólares en Villa Soldati. ¿Por qué no sostener los dos predios?

El ex secretario de Deportes de la Nación, Claudio Morresi, afirmó en una columna de opinión en Página/12 que, por ejemplo, “las piletas, con muy poca inversión podrían seguir funcionando para el aprendizaje, desarrollo y perfeccionamiento de nuestros nadadores”.

Ni el optimista más grande puede pensar que esto es un beneficio para el deporte. Será reemplazar uno por otro, sin generar una inversión para ampliar las virtudes de cada deportista que deja todo y, como si fuese una carrera de obstáculos, salta y avanza a fuerza de sueños y sacrificio.

(*) Nota publicada en el diario PERFIL.