La final de la Copa Libertadores entre River y Boca, que debía jugarse esta tarde en el Monumental, fue nuevamente postergada por Conmebol y el jefe de Gobierno de la Cuidad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, relacionó el ataque al micro del xeneize con la barra brava del Millonario.
"Lo de ayer tiene que ver con eso (referido a los allanamientos en la previa al Superclásico) porque nadie lo puede negar. Se encontraron entradas en manos de la barra de River y son 300 personas que tenían entradas y no pudieron entrar", resaltó el mandatario porteño.
Venganza barra: la teoría de la suspensión
Antes de la final, programada para el sábado, la Policía realizó allanamientos en las casas de dos barras bravas de River. Uno de ellos es Héctor Caverna Godoy, uno de los líderes de los Borrachos del Tablón.
"El problema son los barrabravas y la culpa es de los que tiraron piedras", insistió Rodríguez Larreta, quien aceptó una falla en el operativo de seguridad que estaba a cargo del Ministerio de Seguridad porteño.
Además, el funcionario precisó que le ordenó "al ministro de Seguridad (Martín Ocampo) hacer un sumario interno para determinar responsabilidades" en el fallido operativo del sábado y "ver qué cosas se pudieron hacer mejores". "Colaboraron fuerzas federales pero el operativo estaba a cargo de la ciudad", aclaró el jefe de Gobierno porteño.
El jefe de Gobierno de la Ciudad encabezó una conferencia de prensa para anunciar que el Ejecutivo local había "tomado todos los recaudos necesarios" para garantizar la protección de quienes fueron este domingo al Monumental para ver el partido por la final de la copa Libertadores, que terminó siendo postergado nuevamente.
Minutos después de que el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, anunciara que "no están dadas las condiciones deportivas" para disputar el encuentro, Rodríguez Larreta dio un breve discurso en el que precisó que el Gobierno porteño había dispuesto "más efectivos, especialmente en las inmediaciones del estadio" para la jornada deportiva.
"Cuando veíamos esas imágenes de una madre poniéndole bengalas a una chiquita que tendría cinco, seis años para meterlas en la cancha o cuando vemos energúmenos tirando piedras, vemos que la estupidez humana, muchas veces presente en el fútbol, no tiene límites", agregó.
Fuente: NA