Alan Schlenker conoce como pocos a los integrantes de Los Borrachos del Tablón, la barra brava de River que está en el ojo de la tormenta por los incidentes en la previa de la final de la Copa Libertadores y el operativo en la casa de uno de sus cabecillas, en el que fueron secuestradas 300 entradas para revender y cerca de 7 millones de pesos en efectivo.
El “patovica”, que junto a su hermano William manejó a la hinchada millonaria entre los años 2002 y 2007, habló con PERFIL desde el penal de máxima seguridad de Rawson, donde purga dos condenas: una a prisión perpetua por el asesinato de Gonzalo Acro (agosto de 2007) y otra a doce años de prisión por el crimen del dealer Mario Sanzi (mayo de 2001).
“Claro que lo conozco”, responde sobre Héctor “Caverna” Godoy, el barrabrava más comprometido en la reventa de localidades. “Lo conocí en la tribuna. Era un cuatro de copas en esa época que no sabía ni hablar. Nosotros le pusimos el Cavernícola, lo cargábamos y le decíamos ‘unga unga’ porque casi no hablaba y cuando hablaba no se le entendía nada. Un animal”, cuenta.
Caverna ganó poder después de la pelea que dividió a Los Borrachos del Tablón, en el año 2007. Se lo vincula con Adrián Rousseau, el histórico enemigo de los hermanos Schlenker. “A nosotros nos desmantelaron cuando estábamos completamente enfrentados con Aguilar (N. de R.: José María, presidente de River entre los años 2001 y 2009). En ese momento agarró el poder la barra brava oficial. Desde agosto de 2007 a esta parte que están currando y saqueando a River con entradas, pases de jugadores, grupos de choque de dirigentes. Están todos procesados con la dirigencia de Passarella (N. de R.: presidente del club entre 2009 y 2013) porque el fiscal Campagnoli investigó a una megaempresa ilícita de reventa de entradas, conformada por estos barras que me metieron preso a mí, por dirigentes y por policías, los que trabajaron en el caso Acro, casualmente, no cualquier policía”.
Schlenker reconoce que los barras tienen vínculos con el poder político, pero aclara que él no mezcló las cosas cuando estuvo al frente de la hinchada. “Son cosas totalmente diferentes que para mi no se mezclan. Desde los 18 años soy afiliado a la Unión Cívica Radical (UCR), milité pintando paredes, repartiendo sobres previo a las elecciones, pero nunca nadie en mi gestión puede decir que vio una bandera de la UCR en la hinchada”, aclara.
—¿Nunca recibió un llamado de un dirigente político?
—Yo no, pero a partir de 2007 empiezan a aparecer las banderas de “Fuerza Cristina” y de “Clarín Miente”, por la que le pagaron 300 mil pesos a la barra oficial. Matías Goñi (N. de R.: miembro de la primera línea de la barra actual) reconoció que trabajaba para Guillermo Moreno, Adrián Rousseau con Aníbal Fernández, etc. De hecho, Goñi aparece en una escucha telefónica saliendo de la Rosada diciendo que mientras esté Cristina en el poder a ellos no les iba a pasar nada. Todo eso fue a partir de 2007.
—¿Y antes no?
—No. A mí me enchufan lo que hace la barra oficial pero son los tipos que yo enfrenté. Estaba la fiscal Claudia Barcia controlando todo. No había entradas para revender. Solo estaban los viajes y las entradas para la barra. Yo respondo por esos cinco años. Fueron cinco años sin incidentes en el estadio Monumental, cinco años sin agredir a los visitantes, cinco años en los que se jugaron clásicos y partidos de Copa. Son esos cinco años los que yo defiendo.
—Pero si los mismos barras que estaban en su época siguen ahora es porque transan con los dirigentes o con un mismo dirigente...
—Los barras se van adaptando a quien esté. No quiero acusar sin pruebas.
Schlenker no niega el vínculo con los directivos y afirma que es evidente que “en la gestión de D’Onofrio” la barra “sigue recibiendo entradas”.
—¿El ingreso mayor es por la reventa de entradas?
—Hasta donde yo entiendo sí. Hoy en día sí. En la gestión Aguilar eran pases, aprietes a socios opositores, era otra caja.
—¿Lo de la máquina para fabricar entradas para la barra es nuevo o ya existía?
—En mi época no pasaba. Tengo entendido que van a poder comprobar esos números de tickets de dónde salieron y quién se los dio. Si la Justicia quiere, va a dar con los responsables. Yo como socio y fanático de River lo quiero a Caverna preso y al dirigente que le dio esas entradas oficiales también lo quiero preso en la celda de al lado.
—¿Ustedes no revendían entradas?
—En absoluto. Nosotros lo que sí revendíamos, y siempre lo dije, eran las entradas para los recitales, pero siempre para el viaje al Mundial de Alemania, al que fuimos 45.
—Su gente no manejaba el estacionamiento, los puestos de comida...
—Yo estuve del año 2002 a 2007 y la vereda para afuera era de la Comisaría 51 y de la brigada, seamos claros y justos. Los puestos y los trapitos eran de la Policía, no de la barra.
—¿Tampoco recibían dinero de camisetas, merchandising...?
—A la barra siempre le correspondieron viajes y entradas, pero nosotros no revendíamos. El acuerdo con el club era ese. Yo me cansé de perder plata por River, eh.
El ex jefe de Los Borrachos del Tablón no cree que el ataque contra el micro de Boca tenga relación con la hinchada. “Yo descarto que sea una acción de la barra. Para mi el operativo de seguridad fue un desastre. Me hace dudar que sea impericia dirigida por alguien que no tiene ni idea de cancha. No quisiera pensar que fue intencional de las fuerzas que responden a ciertos intereses, probablemente de Boca. Y tampoco creo que tenga que ver con el episodio de Caverna”, afirma.
“Ese micro a alta velocidad podría haber atropellado a muchas personas. En veinte años de cancha nunca vi nada igual. El operativo fue un desastre, cualquier persona podía llegar hasta el estadio. Por eso desconfío del operativo”.
Sobre su situación dice que “cada vez más gente se está dando cuenta que estoy pésimamente mal condenado, no solamente sin pruebas, sino habiendo violado media consitucion y el derecho de defensa”.
(*) Nota publicada en el diario PERFIL