River está en un cumple. Y claramente no me refiero a la celebración de su fundación, porque el 25 de mayo fue hace como mil meses, sino a su significado en la jerga juvenil: ¿qué pasa en un cumpleaños? Uno anda feliz, festejando, despreocupado, alegre, disfrutando, muy arriba. Hace como cinco años que River está en un cumple.
De la mano de Marcelo Gallardo hay algo de este concepto que queda afuera, porque se usa mucho también para cuando uno anda perdido y poco enfocado, y convengamos que el técnico de River si hay algo que no hace es perder los objetivos: exigente, meticuloso y estratégico, casi que nunca deja de pensar en el próximo título a conquistar.
Y probablemente por eso sea que los hinchas están en un cumple. Claro, es eso: los hinchas son los que están en ésta, porque Gallardo siempre está concentrado en lo que sigue.
Mientras unos “cumplen años”, otros conmemoran una muerte, según los millonarios. Hasta Wikipedia lo mantuvo publicado durante algunos días. En el apartado de los sucesos importantes ocurridos el 9 de diciembre, figuró un rato en la pestaña de Fallecimientos: “2018: Boca Juniors, ex club argentino”.
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Qué peligro Wikipedia que cualquiera pueda poner información, pensar que lo usaba para hacer trabajos prácticos. Igual no creo que existiera Superclásico de Juan Manuel de Rosas que cambiara lo que pasó en la Batalla de Caseros. ¿Algún tataratataranieto de Urquiza tal vez? Qué peligro la interné.
La cosa es que River está en la cresta de la ola. Con el técnico más ganador de la historia millonaria, transita una racha sumamente positiva. Que consiste en la suma de muchas otras rachas. Una, por ejemplo: el conjunto de Núñez ganó todos los partidos oficiales en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, donde el viernes se consagró campeón de la Copa Argentina.
Pero para mí estas cosas son cualquiera. Una racha existe hasta que se corta, porque sí. Es decir, puede terminarse en cualquier momento, por ende, no es eterna y no significa nada. Por ejemplo, River llevaba dos años de invicto de local en clásicos contra equipos grandes. Dos años ¿eh? Un montón. Sin embargo, perdió el domingo contra San Lorenzo, aún en su tan buen momento y siendo el día en el que pospartido iban a festejar el 9 de diciembre.
De todas formas, lo que más odio son las rachas tiradas de los pelos, tipo “hace cinco partidos de local contra equipos de Rosario que River no mete un gol en el los primeros siete minutos y medio del segundo tiempo, por parte de algunos de sus delanteros rubios”. Y sí, macho, así cualquiera encuentra una racha.
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Pero sí, lo de Gallardo es una realidad. No hay que darle mucha vuelta para verlo, son números, son trofeos, son realidades: 15 finales, 11 títulos, cinco años, tres Copas Argentinas, una Supercopa Argentina, una Copa Sudamericana, una Suruga Bank, tres Recopas Sudamericanas y dos Libertadores.
No sé ustedes, pero a mí se me mezclan las fotos de los jugadores de River con sombreros blanquirrojos, papelitos, medallas y una copa en el medio. Aparecen más fotos de esas que selfies mías en el ascensor de mi edificio. Ya no es novedad. Los hinchas de River están re-acostumbrados a festejar y a la felicidad que les está dando el fútbol.
Eso pensaba el otro día. Quisiera que se asuman afortunados por poder ver a su equipo de fútbol en el quizás mayor esplendor de su historia. Muchos jóvenes no han visto a sus equipos ganar ni una copa. Menos once. No es lo habitual.
Lo habitual es la nostalgia de los buenos tiempos. Los millonarios hoy viven el mejor aquí y ahora de su historia. Vayan a la cancha, vayan a los 15 festejos que se armen, pónganse la camiseta hasta para ir a un casamiento. Y abracen a Gallardo. No dejen que se vaya. Que las velitas las sopla él.
(*) Nota publicada en el diario PERFIL.