Lo peor es el día después. La noticia sacude, claro, cómo no va a sacudir, y mucho más cuando es inesperada. Recibís el wasap, o leés el tuit, o mirás el título en una pantalla de TV lejana y quedás sin reacción. Cuesta tomar consciencia de lo que acaba de ocurrir. Buscás respuestas que no llegan y culpables que al final serán impunes. Te sentís solo, rodeado de nada. Ese momento, cuando recibís la noticia que preferías negar, es demoledor. Pero lo peor es el día después.
El Barcelona volverá a jugar, a ganar partidos y festejar títulos, a llenar el Camp Nou y a fichar al próximo mejor jugador del mundo. Todo eso va a ocurrir, qué duda cabe. Pero él no va a estar. Y será ahí: cuando después de un gol los dedos ya no señalen al cielo vas a darte cuenta que se fue, que ese jugador que ahora tiene el 10 en la espalda es un impostor.
Los duelos tienen distintas etapas. Este es el momento de la bronca, del odio y de las preguntas. Ahora hay un villano a mano con el cual desahogarse: el presidente Josep Bartomeu. Como catarsis, funciona. Pero en definitiva se trata de una pantalla para retrasar lo inevitable. La ausencia se va a notar cuando estén todos menos él. Ahí llegará la puntada al corazón, la angustia. Tal vez el llanto.
¿Cómo se llena semejante vacío? Porque los hinchas del Barça no están afectados por el retiro del tercer arquero. El que se va fue el orgullo del club durante 16 años. ¿Qué queda? ¿Youtube? ¿Recordar goles en una noche de tapas? Nada va a cubrir semejante ausencia. Ni siquiera la memoria.
Así se deben sentir hoy los hinchas del Barcelona. Se vienen días en los que deambularán sin registro, que los sorprenderán con la vista perdida, que mentirán un “estoy bien”.
Tal vez deberían hablar con algún cincuentón de Independiente para que les cuente cómo superó el retiro de Bochini. Aunque la respuesta más probable será “todavía lo extraño”. O con un algún hincha de Boca para que les pase la receta de cómo enfrentar la vida post Riquelme. Pero seguramente les dirá “me parece verlo en cada partido en la Bombonera”.
No hay remedio para semejante dolor. Sépanlo, hinchas del Barcelona. Ni el tiempo, ni los títulos ni un próximo mejor del mundo. Algo en la vida de cada uno quedó clavado en este 25 de agosto. Y lo que viene ya no será lo mismo. Será peor.