“Si hubiera sabido todo lo que iba a pasar en la Argentina, habría elegido otro país para hacer mis raíces laborales”, afirma el ex futbolista Alberto “Beto” Márcico, quién retornó definitivamente a Buenos Aires en 2002 para ser ayudante de campo de Oscar Washington Tabárez en Boca Juniors.
El ex futbolista se había instalado dos veces en la ciudad de Toulouse, Francia, donde vivió cerca de once años y volvió en ambas oportunidades por la pasión que sentía por el club de la ribera. “Las dos veces volví por Boca. Sino era por eso no lo hubiera hecho. Ahora, no volvería a Francia porque ya hice mis raíces laborales acá. Si no, me hubiera quedado. Mi ex esposa no quería volver para nada. Estábamos muy adaptados a la vida francesa. Ella vive allá”, resalta.
Desde 2003, Márcico decidió abandonar todo lo vinculado al fútbol para dedicarse a la que ahora es su nueva gran pasión: el negocio inmobiliario. Así, se ha estado abocando a construir edificios en distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires para luego comercializar los departamentos.
“[Carlos Timoteo] Griguol es el culpable de que yo esté en el negocio de la construcción, porque nos insistía a los jugadores que primero nos compráramos un departamento y luego otro. Traje toda mi plata que gané en Francia a la Argentina para invertir acá”, destaca el Beto, que jugó 616 partidos en Ferro Carril Oeste, Toulouse, Boca y Gimnasia y Esgrima La Plata, en los que hizo 132 goles.
Sin embargo, eso no quita que Márcico continúe siguiendo al club de sus amores, aunque en los últimos años lo ha hecho por televisión porque le resultaba “difícil conseguir entradas con las anteriores gestiones”, algo que ahora “ha cambiado con la nueva comisión directiva”.
“Hoy no me gustaría hacer nada a nivel futbolístico en Boca, porque estoy abocado a mi pasión que es la construcción – destaca -. Me gustaría ser manager del club e involucrarme con el fútbol profesional y el juvenil. Pero hay pocas instituciones que tengan este cargo en el país, salvo River, Racing y algún otro”.
Es que el Xeneize es su gran pasión, al que le perdona incluso lo mal que lo trataron cuando tuvo que irse, tras la llegada de Mauricio Macri como presidente en 1995, quien trajo como técnico a Carlos Salvador Bilardo y a Diego Armando Maradona como gran figura.
“Me fui mal de Boca, porque no tenía una buena relación con Bilardo. Además, no quería ser suplente de Maradona. A los 36 años, eso no era para mí”, explica el ex jugador, quien terminó su carrera en Gimnasia, donde también se convirtió en ídolo.
Es que cuando Macri llegó al club el plantel estaba dividido entre “halcones” y “palomas”, por lo que rápidamente vendió y declaró prescindibles a muchos jugadores, entre ellos Márcico, quién rápidamente pasó de ser titular al banco.
“Es normal que cuando llega un nuevo presidente quiera hacer una limpieza. Está ocurriendo eso en Boca ahora con [Jorge] Ameal y [Mario] Pergolini. – concluye -. En los 90, no había tanta disputa en el vestuario como se comentaba. Había algunos jugadores que eran unos pollerudos y estaban todo el tiempo con sus esposas y otros que salíamos solos a comer. Esa era la diferencia”.
(*) Entrevista concedida al programa “Voces y memorias”, de Hernán Dobry, que se emite los martes a las 20 por Eco Medios AM 1220.