“Federico sabía que iba a jugar de titular por primera vez el fin de semana y lo mataron un par de horas antes. Estamos preparados para jugar una final o pelear el descenso pero no estamos preparados para ir a enterrar a un jugador. Estoy devastado”, cuenta Damián Troncoso, el entrenador de Federico Potarski, futbolista de Berazategui asesinado en ocasión de robo.
La pelota sigue girando y los sucesos van quedando en el olvido, entre ellos, la terrible pérdida de la familia del futbolista Potarski. En el día de su muerte, el lugar común para evocarlo, fue el partido más estelar de su carrera: con Liniers, contra San Lorenzo, en el estadio José María Minella de Mar del Plata por la Copa Argentina en 2021. El partido fue televisado y terminó en derrota 3 a 0. A Fede no le importó, había podido cumplir un sueño.
Desde sus inicios como futbolista había recorrido el duro y pedregoso camino del Ascenso. Surgido de las inferiores de Almirante Brown, no pudo asentarse en la Fragata y se hundió hasta la Primera D. Cayó hasta la categoría más humilde y precaria del fútbol argentino para jugar primero en Deportivo Coreano, institución de la colectividad asiática, y luego en Liniers, donde fue haciéndose un nombre y un apodo por su estilo de juego e impronta combativa: “El Vikingo”.
“Con Fede perdimos tres finales (Real Pilar, Claypole en el último minuto y Atlas por penales) y también salimos campeones del Apertura 2019. Tengo una foto de él entrando a la cancha de la mano con mi hijo, era el capitán del equipo”.
Con mucho sacrificio y dedicación, a comienzo de temporada, pudo saltar de la D a un grande de la Primera C. Berazategui le puso el ojo, especialmente por el pedido justamente de quien había sido su entrenador, Damián Troncoso. Dejaba Liniers donde había jugado más de 100 partidos y celebrado 12 goles.
"Llego a un club muy lindo, muy popular. La idea es tratar de conseguir los objetivos que tan cerca estuvieron el año pasado", afirmó Potarski en declaraciones a Primera C Radio, en sus primeros días con la camiseta del Naranja. Le costó asentarse y ganarse un lugar pero seguía peleándola diariamente. Los futbolistas en la Primera C tienen el mismo nivel de exigencia de entrenamiento que los de la A pero con menos confort y cobrando mucho menos dinero, por eso no son pocos los que se tienen que ganar unos pesos por fuera.
Federico había comenzado a trabajar haciendo viajes a través de una aplicación. Había comprado el auto, un Fiat Uno Way, hacía tres meses con la ayuda de sus padres y lo trabajaba un par de horas a la noche. El jueves por la tarde llegó de estudiar y salió a trabajar de nuevo. Respondiendo a una solicitud estacionó en su auto sobre calle Gaboto, a 20 metros del pasillo de la Tira 32, en el interior de la Villa San Petesburgo de Isidro Casanova.
“Federico era un excelentísima persona y muy comprometido con el grupo. A la mañana entrenaba con nosotros y estudiaba preparación física. Ganaba 50.000 pesos por mes e iba de San Justo a Berazategui todos los días. Dos horas para ir y dos horas para volver, gastaba casi 30.000 pesos en viático por para poder cumplir el sueño. Con lo que ganaba no le alcanzaba para vivir. Por eso estudiaba y se esforzaba para progresar”, describe emocionado Troncoso.
El jueves por la noche, tres vagos (el "Pocha", el "Paraguayito", y el "Gonzi") lo emboscaron para asaltarlo. No se sabe bien que pasó, pero su cuerpo fue hallado con un balazo en la cabeza a un par de metros del lugar, en uno de los pasillos de la villa, sobre un charco de sangre y con una vaina de 9 milímetros a su costado. Fue llevado en ambulancia al hospital Paroissien donde llegó muerto. Los menores sospechosos del asesinato en ocasión de robo, están prófugos.
Esta historia deja en evidencia un par de preconceptos de la sociedad argentina que a mí entender son erróneos. Ser futbolista no significa ser millonario, a muchos no les alcanza para vivir. Patear una pelota en serio no es una boludez, como otros deportes, terminan siendo escuela de valores que desarrollan personas de bien, fomentando la importancia del compromiso y el trabajo duro para obtener buenos resultados.
Finalmente, este caso es un nuevo cachetazo para la política hipócrita que sostiene y justifica que la gente humilde no tiene otro camino para resolver su alimentación que salir a robar y matar.
Potarski era un pibe de barrio de Isidro Casanova que se esforzaba duro para mejorar su vida: entrenaba, trabajaba y estudiaba. Morales, Ruiz Leiva y Muñoz son tres vagos del barrio, tres asesinos que no trabajaban y frustraron una vida, destrozando una familia. En un mundo donde todos saben quién es quién, no hay medias tintas. Vos fijate de qué lado de la mecha te encontrás. Personalmente, no quiero un país donde no se dignifique el estudio, el trabajo y el esfuerzo. Todo lo que representaba Federico Potarski.