Definitivamente, no existe un mejor homenaje para el Negro. Se podría pensar en un premio de una prestigiosa editorial, en un reconocimiento por su aporte a la cultura, en un galardón por la extensa trayectoria como historietista. Se podría pensar en muchas instancias para agasajarlo. De hecho, fue dibujante, humorista, guionista, escritor. Un todo terreno. Pero si el dilema pasa por lo que le hubiera gustado a él, entonces la cuestión es otra. Definitivamente, el mejor homenaje posible que recibió el Negro fue el de ese grupo de amigos que armaron un equipo y lo bautizaron Fontanarrosa Fútbol Club.
Al Negro, se sabe, no le interesaba ser parte de la élite culturosa. El mismo lo explicó en una entrevista: "No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: 'Me cagué de risa con tu libro'". Sus lugares eran el Gigante de Arroyito y el bar El Cairo. Fútbol y amigos.
Por eso, lo que hicieron estos pibes no fue otra cosa que sintetizar los principales intereses del Negro. El equipo se formó hace quince años como se forman todos los equipos: un grupo de pibes que se conocen y tienen ganas de jugar juntos. Se anotaron un un torneo en Costa Salguero y ahí arrancó la historia. Al principio no tenía un nombre que le diera identidad, hasta que Mariano Acosta, uno de los jugadores, le propuso al resto: “Si somos amigos y jugamos al fútbol, nos tenemos que llamar Fontanarrosa”. De casualidad usaban camisetas negras. No había mucho para debatir. Ahí arrancó, entonces, este equipo que cada sábado a la mañana levanta las banderas fontanarrosísticas.
Un año después de que se armó el equipo, el Negro murió. Ya no hubo vuelta atrás. Acosta había evangelizado a sus compañeros en la vida y obra del gran mentor. El tributo sería por siempre. “En el equipo somos 14 jugadores y todos vivimos en Capital. Somos amateurs, por supuesto. Tenemos una visión del fútbol barrial, como tenía el Negro”, explica Emmanuel Siffredi, uno de los fundadores.
El escudo de Fontanarrosa Fútbol Club tiene al Canaya, ese personaje que el Negro había dibujado como símbolo del hincha de Central. En la camiseta también está Mendieta, el compañero de Inodoro Pereyra. Y las tipografías están copiadas de las que usaba Fontanarrosa en sus historietas. El tributo es integral.
La cancha, el bar, la discusión, el asadito. Una pelota. Y los amigos. Ahí está el maravilloso universo que con genialidad describió en sus mejores relatos.
En 2014 el Ministerio de Educación lanzó un plan de lectura que consistía en repartir en las canchas cuadernillos con cuentos de fútbol escritos por reconocidos autores. En ese momento, el Negro fue claro con esa iniciativa: “Cuando hicimos aquellos libritos que se repartían en la cancha no faltaban los que decían: ‘uhhh, sabés lo que van a hacer con eso, papelitos’. ¿Y qué? ¿Qué mejor para un escritor que sus textos vuelen para saludar la salida del equipo de sus amores?".
Ese lugar central (y Central) tenía el fútbol en la vida de Fontanarrosa. Ahora, que desde hace 13 años estará jugando picaditos vaya uno a saber con quién, se hace indispensable rescatar a este tipo que le rindió culto a lo mejor del fútbol. La cancha, el bar, la discusión, el asadito. Una pelota. Y los amigos. Ahí está el maravilloso universo que con genialidad describió en sus mejores relatos. Los pibes de Fontanarrosa Fútbol Club lo saben. Por eso el tributo, para que cada sábado a la mañana el Negro vuelva a salir a la cancha.