Mauricio Curto vive en Mar del Plata, es hincha de Independiente y coleccionista de diarios, revistas, pines, banderines, camisetas, en fin, cualquier objeto que esté vinculado con el Rojo. Hace unos diez años andaba de búsqueda por el mercado de antigüedades de Plaza Rocha y se cruzó con un ejemplar de la revista “Goles, goles”, editado durante la década del ‘40. Se puso a hojear la revista y se encontró con una revelación: una nota de que aseguraba que Carlos Gardel era hincha de Independiente.
La nota ocupa cuatro páginas y se sostiene en el testimonio de Mario Evaristo, un futbolista que había pasado por Boca e Independiente, que jugó en Italia y Francia, y que además integró la Selección que salió subcampeona en el Mundial de 1930.
Evaristo cuenta en la nota anécdotas de encuentros que tuvo con Gardel en Europa y en Buenos Aires. En una de esas charlas, Carlitos le confesó: “Tengo profunda simpatía por Independiente”. Esa confidencia ocurrió en 1929, cuando Evaristo todavía jugaba en Boca. Un año después se volvieron a cruzar en Montevideo, durante el Mundial. Evaristo lo llevó a la concentración para que le cantara a los jugadores de la Selección. En 1931 tuvieron un encuentro en la cubierta de un barco que venía de Italia a Buenos Aires. Después del saludo y el abrazo reglamentario, Gardel le preguntó al jugador: “¿Cómo anda Independiente?”.
Unos años antes, el Zorzal ya había demostrado su simpatía por el Rojo. En 1926 el equipo salió campeón del torneo de Primera División con una delantera demoledora: Seoane, Ravaschino, Canavery, Lalín y Orsi. El día de la consagración no fue uno más para Gardel. Esa noche llegó de madrugada al Armenonville, el cabaret más lujoso de Buenos Aires, donde había hecho su primera actuación en la Ciudad junto con José Razzano. Lo cierto es que Carlitos entró, se acercó a su grupo de amigos y les confesó:
—Estoy contento, muchachos.
—¿Alguna nueva aventura? —le preguntaron.
—No se trata de eso. Acabo de llegar de Avellaneda. Allá se está festejando algo grande. ¡Independiente campeón! Tengo unas ganas de gritar, de cantar, de bailar…
Gardel entonces se acercó a la orquesta, pidió un tango y lo cantó. Solo sus amigos sabían que esa interpretación estaba dedicada a Independiente.
Por esa época surgió, además, la amistad entre el cantor y Mumo Orsi, el delantero que años después se fue a jugar a Italia, integró la Selección azzurra y ganó el Mundial de 1934. Además de ser un puntero extraordinario, Orsi tocaba el violín. Esas dos pasiones fueron las que unieron a Orsi con Gardel: la música e Independiente.
La muerte temprana de Gardel instaló una serie de mitos. ¿Nació en Francia o en Uruguay? ¿Lo de Medellín fue un accidente o alguien disparó contra el avión? ¿Le gustaban las mujeres? ¿Era efectivamente hincha de Racing? Hoy se cumplen 85 años de la tragedia. Demasiado tiempo como para tratar de resolver interrogantes. Así es como se sostienen los mitos: a fuerza de repetición y gracias a que las verdades que plantean son incomprobables.