Periodista
¿Qué hace acá, Carlos?
Tirado en el vestuario local, Pedro Ochoa todavía está borracho por un sábado agitado. Entre vómitos, puteadas de resaca y promesas fugaces, el crack de Racing de la década de 1920 les cuenta a sus compañeros que no está en condiciones de jugar el amistoso contra el combinado uruguayo.
Varios intentan convencerlo. Pero no hay caso. Hasta que por uno de los pasillos entra Carlos Gardel, casi como un jugador más. Su impronta única -pelo engominado, voz inconfundible- deja en silencio el vestuario. Gardel camina y sonríe.
—No está bien que usted me vea en este estado— le dice Ochoa a Gardel en un diálogo reconstruido por sus propios recuerdos, décadas más tarde.
—Lo he visto en peores estados —contesta el Zorzal Criollo—. Lo vine a ver jugar, como se lo prometí anoche. Y comprenderá mi sorpresa cuando me enteré de que hoy no va a salir a la cancha. Así es que partí para acá, al camarín, a convencerlo de que no me haga perder la tarde.
Era una tarde de domingo, el momento de la semana que por lo general Gardel destinaba a su verdadera pasión: los caballos de carrera, el hipódromo de Palermo y las apuestas burreras.
Como muchos sábados por la noche, Gardel había salido a tomar unas copas con Ochoa. Y como muchos domingos por la tarde, estaba ahí, en Avellaneda, para ver jugar a su amigo y a Racing. La Revista De Cabeza contó alguna vez que para convencer al delantero de Racing, Gardel le prometió incluirlo en alguna letra.
Tironeos
Hoy se cumplen 85 años de la muerte de Gardel, y acá al lado, en una nota que escribe Claudio Gómez, se sostiene que simpatizaba con Independiente porque alguna vez salió una nota en un periódico que decía eso. ¡Una nota! Las fakes news existieron siempre, sólo que antes de la época de la posverdad, a esas noticias se las llamaba de otra manera, sin eufemismos: básicamente eran mentiras que se publicaban. Independiente puede jactarse de haber sido pionero en eso.
Por lo general, los hinchas de Independiente afirman que Gardel era del Rojo por su amistad con Raimundo Orsi, el crack de ese club que más tarde se nacionalizó italiano. Lo curioso es que omiten las declaraciones del mismísimo Orsi: "Venite a Racing. ¿Sabés lo que serían Ochoíta y vos juntos", reconoció que le decía el cantor al campeón del mundo con Italia en 1934.
En torno a Gardel siempre hubo y habrá tironeos. El más perdurable es su lugar de nacimiento, algo que aún hoy genera disputas entre argentinos y uruguayos, y que se salda, por lo general, con una fecha y un lugar: 11 de diciembre de 1890 en Toulouse, Francia.
Gardel era socio de Racing y esa es la argumentación más sólida que tiene el club para demostrar esa relación de amor
Con el fútbol pasa algo similar. Del otro lado del Río, los hinchas de Peñarol y de Nacional se pelean por ponerle la aurinegra o la tricolor, y acá, en Argentina, algo que está más o menos saldado, cada tanto emerge de vuelta.
A Gardel, un burrero empedernido, siempre se lo vinculó a Racing.
Y no hay solo un recorte amarillento para sostener esa afirmación. Hay algo bastante más sólido: su carnet de socio. Ahí está, para cualquier racinguista que quiera ganar una discusión entre amigos o en el trabajo, la libretita mínima que conserva Racing: la cara de Carlitos, su nombre y el número que lo relaciona con la Academia, “Matrícula 11860”.
Gardel se hizo socio tras la década consagratoria de 1910, que le dio al club el seudónimo que aún conserva: La Academia. El carnet estuvo durante años en poder del coleccionista Victorio Sacullo y recibió una certificación oficial del club en 1970. La autenticidad fue homologada al compararlo con los registros de la institución.
Celebración de la amistad
Los cabos que unen a Gardel con La Academia vienen también de la cultura y la política. Muy amigo de Alberto Barceló, intendente y caudillo de Avellaneda e hincha de Racing, en la década de 1910, antes de lograr su fama internacional, el cantor organizaba conciertos en el Centro Social y Recreativo Leales y Pampeanos y el Club Social y Cultural Pueblo Unido, los dos de ese municipio. “Yo estudié a los primeros socios de Racing. Y en las juntas directivas de esos pequeños clubes todos eran de Racing, básicamente porque era el equipo más popular de la época”, afirma Paso Viola.
Ahí, en ese tiempo, puede encontrarse la aproximación inicial de Gardel con Racing. Algunos fijan ese primer amor en 1911, cuando Vicente Greco -uno de los parroquianos de Leales y Pampeanos- compuso el tango Racing Club.
Después, por supuesto, el amor creció y se consolidó.
El historiador Carlos España asegura que Gardel terminó de hacerse hincha de Racing en 1914. Y le da contexto a esa afirmación: ese año se estrenó el primer espectáculo del género revista en Argentina. Se llamaba Le Paradis, lo protagonizaba el dúo Gardel-Razzano y lo financiaba la compañía que encabezaban Elías Alippi y Francisco Duchase.
Alippi es acaso uno de los personajes centrales en la historia de amor entre Racing y Gardel.
“Gardel era un asiduo concurrente de Palermo. Y muchas veces se encontraba con el jockey Irineo Leguisamo y con el actor Elías Alippi, ambos muy fanáticos de Racing. Los tres iban a veces a ver partidos”, cuenta Fernando Paso Viola, presidente del Departamento de Historia del club.
"Gardel muchas veces se encontraba con el jockey Irineo Leguisamo y con el actor Elías Alippi. Los tres iban a ver partidos”, cuenta el historiador Fernando Paso Viola
España suma: “Alippi y Gardel concurrían al viejo estadio de madera junto con el entrenador de boxeo Nicolás Preciosa. El punto de encuentro era el Café Ideal, de Corrientes y Paraná. En esa época Alippi contagió su pasión por la Academia al cantor popular”.
En los años en que el Teatro Roma servía como espacio de las asambleas de Racing, Gardel también construía su carrera a través de conciertos que aumentaban, poco a poco, la cantidad de público. Gardel se empezaba a convertir en un ícono del tango y en un cantor popular sin tiempo.
El Zorzal Criollo también compartía amistad con otro racinguista destacado de la época: el poeta y cuentista Amaro Giura. Giura hoy tiene una calle en Avellaneda que lleva su nombre. Gardel, en cambio, fue homenajeado de otra manera: en la platea baja del Cilindro de Avellaneda, sentado como lo solía hacer, una estatua de su figura mira el campo de juego donde Racing juega cada partido. La estatua replica su estampa de caballero, su elegancia, su pelo engominado, pero le falta algo: el vozarrón inigualable. Ese con el que cantó el tango Patadura, acaso el tango más futbolero de Gardel, con una letra celeste y blanca nacida en aquellas tardes de Avellaneda: "Burlar a la defensa con pases y gambetas / Y ser como Ochoíta, el crack de la afición".