martes 03 de diciembre del 2024
Copa América

Más que la Selección, necesitábamos que el campeón fuera Messi

No fue una copa, fue un acto de justicia. Por fin Leo logró festejar con la Selección. Por primera vez lloró de emoción y no por frustración.

Del episodio de Diego Maradona con la maldita efedrina en el Mundial 94 quedaron una mueca de nostalgia por lo que pudo haber sido y un puñado de recuerdos: la postal de la enfermera de blanco, la tibieza de Julio Grondona y una frase memorable de Alejandro Dolina: “Yo no sé si quería tanto que saliera campeón Argentina como que saliera campeón Diego”. En ese momento no había que ser un fundamentalista de la causa maradoniana para coincidir con el Negro. Se sabía que era su último mundial, que había hecho un esfuerzo físico notable, que era ahora o nunca. El Diego merecía cerrar la fiesta arriba de una tarima.

Hasta el sábado a la noche, con Messi ocurría algo parecido. La final ante Brasil era una de sus últimas fichas con la Selección. Era el momento. Después de 16 años del debut con la celeste y blanca se merecía la foto besando la copa

Por eso la emoción, por eso las lágrimas. De él y de sus compañeros. Que la Selección haya ganado la Copa América se celebra, pero que la haya ganado Messi es para festejarlo de manera desaforada.

Ahora sí lo podemos decir, lo podemos gritar: no sé si queríamos tanto que saliera campeón Argentina como que saliera campeón Messi.

El partido fue demasiado trabado como para que Messi tuviera alguna clara. Ni él ni Neymar pudieron desatarlo. Parecía que Leo se estaba hundiendo en el oscuro túnel de la resignación, hasta que Di María provocó la explosión.  No importó si el Pulga no clavó un tiro libre en el ángulo o si no arrastró a tres brasileños. Esta vez no, esta vez cuenta que rompió el maldito karma y que por fin pudo gritar ¡campeón, carajo! con la celeste y blanca.

Aunque en esta final no brilló, Leo tuvo un rendimiento extraordinario en toda la copa. Se vio una de sus mejores versiones. Estuvo enchufado, metido en los partidos, con unas ganas desesperadas de romper el maleficio. Y lo logró.

Más que una copa, fue un acto de justicia. Por Leo, por Brasil, por el Maracaná. Ahora sí, ahora Messi puede escapar de las espantosas comparaciones. Ya está: es campeón con la Selección.

El cierre del partido fue para guardar en la memoria: por primera vez y después de tantas frustraciones, Messi se arrodilló para llorar de emoción. Todos los jugadores argentinos corrieron para abrazarlo, para compartir su emoción y sus lágrimas. No fue un festejo colectivo, fue un festejo con Leo. En la noche en la que el crack no brilló sus compañeros se encargaron de que todo sea posible. Y se lo dedicaron a él, al capitán.

Ahora sí lo podemos decir, lo podemos gritar: no sé si queríamos tanto que saliera campeón Argentina como que saliera campeón Messi.