Editor General de Perfil.com
No pesó la localía, no nos robaron con el VAR y no nos llevaron por delante ni nos hicieron 5 como quería el prepotente de Jair Bolsonaro. Tampoco nos sobró nada, claro está. Pero la selección argentina tuvo su propio Maracanazo: gritó “campeón” después de 28 años, en Brasil y en el Maracaná.
También hay que reconocer que no es la copa más importante de la historia, porque Argentina la ganó un montón de veces, y tampoco es un mundial, pero la ganó una generación que venía con una mufa histórica (si se me permite el concepto tribunero).
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Y la ganó en Brasil y contra el local, que tampoco es Brasil del ’70 ni nada que se le parezca, pero que tiene unos jugadores terribles. Cada vez que agarró la pelota Neymar, temblamos todos, pero Argentina se abroqueló bien atrás, bancó la parada y cuando la verdeamarelha superó a los defensores argentinos, apareció un tipo que no tenía casi nadie en el radar, que fue titular de casualidad y que venía de atajar tres penales de cuatro, y tapó dos pelotas que iban adentro: Emiliano "Dibu" Martínez.
Con Lionel Messi y con Angel Di María como abanderados, y también como sobrevivientes de una selección que tardó toda una vida en volver a ser campeón, cuando por edad y por cansancio, podrían haber dado las hurras y dejado a otros asumir la responsabilidad. Y fundamentalmente con un jugador más, por el look, por la cercanía de edad y por la actitud, pero también con un liderazgo diferente al de sus antecesores: Lionel Scaloni.
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El director técnico puso el pecho, se equivocó, se bancó un millón de cuestionamientos, hasta el del mismísimo Diego Armando Maradona que hoy festejó desde el cielo. Sí, a veces tendría que sacar a su equipo del fondo, sobre todo cuando está en ventaja, que no se defienda adentro del área propia, sino más cerca de la contraria. Que no tiene (no tenía, tenemos que empezar a escribir y decir) experiencia, que dicen que llegó a ese lugar por casualidad también, y que hay cinco directores técnicos argentinos que (dicen que dicen) lo harían mejor que él. Y rompió una pavada que repiten todos como si tuviera un respaldo científico “equipo que gana no se toca”. ¡Cinco cambios metió entre la semi y la final! ¡Y levantó la Copa!
El tipo se la recontra bancó, y tiene un mérito fundamental que sus predecesores, desde José Pekerman en adelante, no tuvieron. Y no me refiero a los títulos, porque tan valioso como esta Copa América fue el título de Campeón Olímpico por primera vez que lograron los jugadores dirigidos por Marcelo Bielsa en 2004. El mayor logro de Scaloni es que el equipo acompañe a Messi. Sí, Lio bajó la persiana un día diciendo que quizá la selección no era para él, intentó mil veces, intentaron acompañarlo y siempre quedó solo y frustrado.
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Pero lo que todos reclamábamos, los que ven al Barcelona casi todas las semanas, los que no entendíamos por qué con la ‘blaugrana’ ganaba todo y la rompía, cuando se ponía la camiseta argentina le pesaba 20 kilos, se lo resolvió Scaloni. Nunca Messi se sintió tan cómodo en la selección. Sí es cierto también que los años le dieron experiencia por un lado y cansancio por el otro. Pero hace quince años que Messi sabe todo lo que tiene que saber adentro de una cancha y no pudo ser campeón
El tiempo le pasa facturas a Lío. Ahora se cansa antes de terminar los 90 minutos. Hace cinco años, no hubiera perdido el 2 a 0 en casi la única chance que tuvo la selección nacional para definir el partido y no aguantar el resultado con más heroísmo (y alguna falta de más) que fútbol. Pero Scaloni le dijo a sus jugadores (no puedo saber con qué palabras, pero no es muy difícil imaginarlo) que valoren al mejor futbolista del mundo de los últimos 20 años, que lo acompañen, que lo escuchen y que sean solidarios con él, que él sabe todo. “Aprovéchenlo, úsenlo, toquen con él, muéstrense como alternativa de pase cuando tiene la pelota”. No lo escuché, pero se ve en la cancha, se ve en el juego, y por supuesto, se ve en los resultados
El fútbol es sencillo, dicen. Pero si entendemos que a los talentosos como Messi hay que acompañarlos y ser solidarios con ellos, si tenés a un entrenador que se confunde con los jugadores como uno más, pero no por eso deja de ser líder, los buenos rendimientos llegan, y como consecuencia de jugar bien, se puede gritar campeón en uno de los dos templos del fútbol más importantes y difíciles del mundo. Scaloni torció la historia y ahora Messi es un campeón con corona. Argentina tuvo su Maracanazo y gritó "Campeón" una vez más. Y nos ilusiona a todos los argentinos con la última que le pedimos al Lío de adentro de la cancha para que cierre su enorme carrera como se merece: con un título mundial.