martes 19 de marzo del 2024
Opinión

Panzeri y Walt Disney explican el castigo al Manchester City

El fútbol cambió cuando fue inoculado por el virus del hipercapitalismo no regulado. Fue en Europa donde se vieron los primeros signos de la enfermedad que ya es pandemia.

Dante Panzeri afirmaba que El Fútbol era la dinámica de lo impensado. Su libro “lleno de respuestas y de preguntas que habilitaban nuevas preguntas y nuevas respuestas”, como confirió Ariel Scher en “Nuestro Panzeri” texto del libro “El blues de la primera fecha”,  daba cuenta de un fútbol donde la creatividad y la espontaneidad eran ley.

Pero el fútbol cambió. Cambió cuando fue inoculado por el virus del hipercapitalismo no regulado. Fue en Europa donde se vieron los primeros signos de la enfermedad que ya es pandemia. La siempre creciente disparidad financiera fue destruyendo la imprevisibilidad y, con ello, eso que caracterizaba al fútbol: cualquiera podía ganar. Algo que cada vez pueden menos.

En este contexto, un notición estremeció Inglaterra y en especial a la ciudad de Manchester. El City, el equipo de Pep Guardiola, fue sancionado por la cámara de adjudicaciones de la Unión Europea de Futbol Asociado (UEFA): dos años de prohibición para participar en las próximas ediciones de la Champions League y 30 millones de euros de multa por incumplir el Fair-Play Financiero.

El informe entregado por UEFA sostiene que el tribunal encontró pruebas suficientes para afirmar que los Ciudadanos de Manchester inflaron ingresos de patrocinio entre los años 2012 y 2016. Alrededor de €140 millones de sponsoreo invertidos por empresas del propio dueño del club: el jeque árabe Mansour bin Zayed. El objetivo era romper el techo.

Los amantes del capitalismo salvaje y la teoría del derrame se preguntarán: ¿por qué es malo para el negocio del fútbol que un multimillonario meta toneladas de oro en su equipo? La respuesta es uno de los mayores problemas a futuro para el bien de un juego en el que la concentración de la riqueza rompió récords:

  • En los últimos quince años de la Liga española, solo el título del Atlético de Madrid (en 2014) se entremezcló en la hegemonía de Real Madrid y Barcelona.
  • En los últimos quince años de la Bundesliga, el Bayern Munich campeonó en once oportunidades.
  • En la última década, la Juventus fue el único equipo campeón del fútbol italiano.
  • En Francia, la supremacía del PSG es tal que logró lo que no nadie logró en la historia: no solo campeonar consecutivamente varias veces, sino también alcanzar la triple corona francesa en 2015 (Ligue 1, Copa de Francia y Copa de la Liga).

Como demostración de máxima superioridad, en las tres ligas europeas más importantes (España, Italia e Inglaterra), en este lustro y por primera vez en la historia, hubo equipos que obtuvieron más de 100 puntos en una sola temporada: el City, la Juventus, el Madrid y el Barcelona.  

La disparidad tiene un efecto amplificador y cualquier forma de comparación que elija demuestra que la desigualdad llegó a niveles nunca vistos y está empeorando al nivel de tornarse irrecuperable. Por ejemplo en Inglaterra, según el reciente informe de Swiss Ramble, cuenta de Twitter de obligado seguimiento, el 93% del dinero de la televisación de competencias europea en los últimos ocho años fueron para los seis equipos grandes.  

En la historia del fútbol, los clubes con más hinchas fueron, en líneas generales, los que han sido más ganadores pero el deporte mantuvo, históricamente, un cierto grado de imprevisibilidad  que lo destacaba. La transformación que arrancó en Europa ya está pasando, en menor medida, en la Argentina: situación financiera de clubes infladas por aportantes externos. Caída de aquellos que están fuera de la élite. Tensión entre los clubes grandes y el resto, tensión entre el interés propio y el beneficio colectivo.

En su momento, el circo de la pelota era una industria pequeña donde las desigualdades no era ostensibles y había mucha más movilidad dentro del deporte pero en realidad cambió drásticamente. Johan Cruyff afirmaba que el fútbol era un juego de errores y que los mejores jugadores eran los que menos se equivocaban. Ahí radica la esencia de la jerarquía individual y eso es lo que se paga.

En su libro “The ball doesn´t go In by Chance” Ferran Soriano, CEO del Manchester City aseveró que “la compra de los jugadores más caros no genera automáticamente buenos resultados deportivos. Lo que lo genera es tener a esos jugadores dentro de tu equipo y poder pagarles el salario que se merecen.” No casualmente, los 25 futbolistas que integran el plantel de Guardiola podrían ser máximas figuras en cualquier otro equipo. Ahí está la brecha.

Según las últimas cifras de la Premier League de la consultora Deloitte, entre los seis equipos grandes tienen más del 50% del costo de los salarios totales de la competencia: seis equipos solos gastan más que los catorces restantes. Así se garantizan también los lugares para entrar a percibir las millonarias sumas de televisión de la glamorosa Champions League y así, también, cada vez hay más capas de dinero encima de los equipos que quiera atravesar la puerta. Eso fue lo rompió en su momento Mansour bin Zayed y por lo que lo están juzgando hoy.

Fue Soriano, quien lo reconoció entre líneas en su libro: "Es el crecimiento de esta fuente de ingresos la que culmina en un cambio fundamental de modelo, la que convierte el negocio de los clubes de fútbol en un negocio global de entretenimiento. A partir de ese punto, un gran club de fútbol deja de parecerse a un circo local y se convierte más en un Walt Disney”.