A fines de abril de 1982, River y Boca ofrecieron sus equipos para disputar un Superclásico en las Islas Malvinas. Se trató de otro episodio de la campaña mediática con que la dictadura militar encabezada por Leopoldo Fortunato Galtieri intentó dar cuenta de un supuesto triunfo argentino, si es que el verbo puede aplicarse a una guerra. La historia, en el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas.
Los dos clubes más grandes del país, entonces, colaboraron con ese estado de ingenuidad con que se quería tapar el horror. La revista Goles, en su edición del 27 de abril, puso en tapa a Eduardo Saporiti y Cacho Córdoba, de River y Boca respectivamente, anunciando la posibilidad de hacer un partido en Malvinas. Dos días antes habían empatado 0 a 0 en la Bombonera, por el Torneo Nacional.
"Por supuesto jugaría un clásico en las Malvinas. Para mí sería un orgullo y una satisfacción enorme salir a jugar un clásico contra Boca en las Islas, pisando un suelo que por tantos años soñamos que fuera nuestro”, dijo Saporiti. "Ese podría ser nuestro mejor aporte", se sumó Córdoba.
Los presidentes de ambos arengaron la iniciativa. Por River, Jorge Kiper: "Sería para mí una profunda emoción y alegría poder asistir a un partido River-Boca en las Islas Malvinas. Considero que los clubes de fútbol deben desarrollar una intensa labor social y cultural, además de la deportiva y estar permanentemente al servicio de la comunidad. En este caso, una forma de prestar servicios al país, y a la comunidad consiste en apoyar totalmente la idea de llevar a los jóvenes argentinos que están en el Sur argentino ofreciendo sus vidas en defensa de nuestra soberanía, la realización de este siempre impactante partido"
Benito Noel era el presidente de Boca: "Veo con gran agrado la posibilidad de realizar un partido entre Boca y River en las Islas Malvinas. Más aún, creo que es un deber patriótico de parte de nosotros, los dirigentes, contribuir en la medida de nuestras posibilidades a todo aquello que sirva para alegrar a nuestros valientes soldados que se encuentran en esas islas argentinas. Descontando la trascendencia periodística mundial que tendría este episodio deportivo, dada la gran popularidad de Boca y River en el ámbito entero".
El partido nunca se jugaría. El avance militar de los ingleses sobre las Islas desnudó la campaña mediática del gobierno nacional. Desde entonces fue imposible ocultar la horrorosa realidad que padecía el ejército argentino.
AM