Este miércoles 90 minutos sorprendió a todos y el entrevistado fue nada más y nada menos que Oscar Ruggeri en un imperdible mano a mano con el Pollo Vignolo que tuvo mucho más que fútbol y se lo vio al Cabezón como nunca con más tiempo para contar sus imperdibles anécdotas y escuchar sus reflexiones sobre el deporte, la vida y la política que siempre generan mucho ruido.
"Odio todo lo que nos está pasando a los argentinos, todo lo que nos hacemos entre nosotros. Odio el país lindo que tenemos y que no lo podamos aprovechar, odio cuando prendo el noticiero y veo a la gente con bebés en una villa que todos me hablan de la pobreza y desde que tengo uso de la razón que escucho hablar de la pobreza y lo que menos hacen es fijarse en la pobreza. Hay que ayudarlos de verdad, no con una bolsa de comida, no con una limosna. Ayudarlos de verdad, que tengan su casa y su trabajo como corresponde, que le enseñen que hay que trabajar para ganarse la guita, que eso es dignidad", reflexionó el campeón del mundo en 1986 cuando el conductor le preguntó qué le generaba odio.
Y sobre un posible futuro en la política, el hombre de 58 años reconoció que le gustaría incursionar para poder ayudar aunque su visión no es muy optimista: "Al que quiere hacer las cosas bien, lo barren, no tenés esa posibilidad porque están siempre los que quieren sacar ventaja, los que quieren llevarse algo de tajada.
Además, dejó otras frases sobre cómo vivió su infancia y lo que pasa en la actualidad: "Yo me crié en un pueblo donde era más sencillo todo, crecí con las puertas abiertas y estábamos todos relacionados entre sí, hoy no conocés a nadie en la cuadra", recordó con nostalgia y aseguró que jamás perdonaría a alguien que roba.
Por último, el ex defensor dejó de lado su actitud recia y contó qué cosas lo ponen sensible: "No soy de llorar pero lloré cuando mi papá se estaba muriendo en la clínica. Me emocionan algunas cosas, a veces lloro pero solo. Principalmente me emociono cuando le pasan cosas a los nenes. Eso no lo entiendo y creo en Dios, voy una vez por mes a la Iglesia de Luján. El día que los curas se casen y tengan su familia, voy a creer más en ellos. En Italia me quisieron cobrar para entrar a la Iglesia y me agarró una locura