jueves 18 de abril del 2024

Bazán Vera, entre kilómetros y goles

Es el máximo anotador en actividad del fútbol argentino. Nació en la pobreza y llegó a Europa. Un emblema del Ascenso que jugó en 13 clubes.

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Si hay algo que tiene Daniel Bazán Vera, además de muchos goles, es un itinerario heterogéneo: arrancó en Isidro Casanova, pasó por Rawson y Bahía Blanca, siguió en Florencio Varela, cruzó a Santiago de Chile, hizo escala en Temperley, volvió a Capital, voló a Finlandia, tuvo un paso por Rosario y Santa Fe, tocó Salta y ahora recaló en Tristán Suárez. En esas interminables idas y vueltas, además de acumular kilómetros Bazán Vera sumó goles. Y muchos. Con 288 festejos, es el máximo goleador en actividad en todas las categorías del fútbol argentino, una distinción que no lo corre ni un centímetro del lugar que eligió: ser un muchacho de Villa Palito, en La Matanza, fanático de Almirante Brown, de Isidro Casanova.

Bazán Vera tiene 39 años, buen juego aéreo, potencia y una personalidad arrolladora, pero lo más notable de este goleador implacable es que empezó a jugar al fútbol por casualidad. “Antes de los 15 años no me atraía. Hasta que un día, en un partido del torneo que jugaban mis amigos faltaba un jugador: entré y me gustó. Me pusieron de cuatro para que no me mandara cagadas”, se ríe, sentado en la cancha de Tristán Suárez, su club número 13, en Ezeiza.

Antes de ser futbolista había sido un nene criado en una familia de once hermanos sostenida por una mujer: Candelaria, su mamá. “Había cosas que no podíamos hacer; siempre quise ir al colegio con mi hermano mayor, Oscar, pero mi mamá contestaba que no había zapatillas para los dos. El venía del colegio al mediodía, me daba las zapatillas y yo me las calzaba para ir a la tarde”, rememora. Ella, se nota, ocupa un lugar central en la vida del delantero. Un hombre de rasgos duros que se quiebra como el chico que fue cuando la piensa: “Su muerte fue la única piña que me noqueó. Es la única mujer que voy a amar toda mi vida”, exagera. O no.

Almirante, y después.Para mí no existen ni Boca ni River; existe solamente Almirante Brown”. Así define Daniel al club de su vida, el que tenía la cancha a 15 cuadras de su casa de la infancia. Mucho antes de debutar en la Primera, en 1993, había aprendido a quererlo por herencia paterna. Desde el arranque de su carrera, se fue y regresó tres veces a Almirante, pero siempre sintió que había un recelo hacia él. “Algunos se comieron la película de que quería ser presidente del club. A nadie le hubiese gustado que un pibito que salió del barrio, que no tenía para comer y que es querido por la gente llegara a tanto”, dispara, como si la herida no terminara de cicatrizar.

En su último paso por el club, Almirante ascendió a la B Nacional, en buena parte a caballo de sus 15 goles. Pero pocos meses después, la puerta se entornó de nuevo. “Algunos quisieron hacer negocios con Almirante, pero yo no se lo permití. Me fui callado. Sé ganar, sé perder. Pero también sé esperar”, se planta.

Las vueltas del fútbol lo llevaron a jugar al Inter Turku de Finlandia. Le crearon unas condiciones de vida en las que nada material le faltaba. Pero escaseaban otros elementos, menos tangibles. “Estuve dos años y no conocí al que tenía a mi lado. En los entrenamientos tus compañeros tienen buena onda, pero después te ven por el centro y no te dan pelota, son muy fríos”. La historia de su pase a la región escandinava fue repentina y se definió en pocas horas: un amigo le ofreció la posibilidad y él se embaló sin tener idea del lugar: “Pensaba que era por Tailandia”.

Su estadía en Finlandia le permitió vivir experiencias impensadas: viajar en un crucero, por ejemplo, y abrir los ojos bien grandes ante tanto lujo. “Pensaba que a los 16 años tenía que tomar el 174 en Camino de Cintura para ir a San Justo”, compara. Si hasta lo hicieron sentir el morocho más deseado entre rubias que desfilaban por el boliche del barco. Ahora vive su segunda juventud en Tristán Suárez, el club de los Granados (Gastón, el presidente, es hijo de Alejandro, el intendente de Ezeiza), con el que sueña ascender a la B Nacional. Allí conoció a Maradona, amigo de la familia. También a Néstor Kirchner. “Fue con el único tipo con el que me puse nervioso antes de darle la mano. Fuimos a la Casa Rosada por una entrega de viviendas y le di una camiseta de Tristán. De ahí me fui a Villa Palito a comer un asado con los obreros. Así soy yo, blanco o negro”, se define. Sin grises.

Su trayectoria

* Daniel Bazán Vera tiene 39 años; nació el 5 de mayo de 1973.

* En Argentina jugó en Almirante Brown, Germinal (Rawson), Olimpo (Bahía Blanca), Defensa y Justicia, Temperley, Atlanta, Unión (Santa Fe), Almagro, Rafaela, Gimnasia y Tiro (Salta) y Tristán Suárez.

* En el exterior lo hizo en Santiago Morning (Chile) y FC Inter Turku (Finlandia),

* Suma 288 goles en el fútbol local, lo que lo coloca como el máximo anotador actual.

(*)Esta nota fue publicada en la edición impresa del Diario PERFIL