River fue superior esta noche a Boca en todos los sectores y lo batió 2-0 en el segundo Superclásico del año, el que en la ocasión se desarrolló en un repleto Estadio Mario Alberto Kempes.
Los dos goles del Millonario se lograron en un primer tiempo que se tornó vital y clave, y las conquistas las tributaron Manuel Lanzini y Juan Carlos Menseguez.
La ventaja inicial para el dinámico y más profundo equipo riverplatense la aportó el enganche Lanzini, a los 6 minutos, al recoger el fruto de un desborde del colombiano Teófilo Gutiérrez por la derecha, donde se escapó a la marca de Juan Forlín.
La diferencia en el juego la reflejó en la red el Rayo Menseguez, a los 42, al entrar libre para capitalizar las gravísimas falencias xeneizes, con errores múltiples en la misma escena. El centro desde la derecha en esa acción lo envió Lanzini, una de las figuras del primer capítulo en suelo cordobés. El primer capítulo fue desde su nacimiento esperanzador para River, dado que rápidamente se colocó arriba en el tanteador.
Apenas habían transcurrido seis minutos cuando Teo Gutierrez encontró a Boca demasiado desarticulado, se escapó por la derecha del ataque y mando el centro exacto para extraer rédito de una de las principales virtudes de Lanzini, su visión y oportunismo para meterse vacío en el área contraria. Así tomó forma el 1-0, todo como si se tratara de un menú a la carta para los dirigidos por Ramón Díaz.
Y River siguió atento, concentrado, enchufado, capaz de presionar a Boca para evitar que tomara la pelota, útil indispensable para intentar la reacción.
Tal como ocurrió en la temporada última, ante la ausencia del emblemático Juan Román Riquelme (en la actualidad poniéndose a punto en lo físico), la posesión del balón por parte de Fernando Gago para los xeneizes se torna indispensable, dado que si eso no ocurre el conjunto se desalínea, queda expuesto en defensa y aislado en la ofensiva.
Por eso se veía a los de la ribera caer en la impotencia y los desajustes, al tiempo que River luchaba sin pausa y abría los ojos con la intención de valerse de una oportunidad para estirar las distancias en los números.
Y esa desemejanza en el juego por fin se concretó en la resonandcia de la red a tres minutos de acceder al descanso, porque Lanzini halló una pista de lanzamiento para su escape por la derecha y el centro lo recibió con tanta comodidad Menseguez que hasta se preparó antes de gatillar.
A River y al Rayo lo favoreció todo en ese acto del 2-0, porque el elenco auriazul quedó una vez más desarticulado, Hernán Grana se quedó equivocadamente esperando una posición adelantada del ex Wolfburgo y San Lorenzo de Almagro, con el agravante de que Emanuel Trípodi se mantuvo excesivamente encerrado en su portería y cuando intentó el achique el remedio careció de eficacia.
En el entretiempo Boca perdió hasta el Virrey, porque reclamó que River hizo dos saques de costado en simultáneo en la escena previa al segundo tanto.
En la segunda mitad el xeneize procuró soluciones con el ingreso de entrada de Cristian Erbes en lugar de un intrascendente Juan Manuel Martínez, pero el intento no causó en intensidad el alivio necesario.
Boca siguió deficiente atrás e impotente en cuestiones de ataque, por lo que River estuvo al borde de sellar la noche cordobesa con una goleada.
Las pocas veces que llegaron los auriazules, tal como es habitual, Marcelo Barovero ratificó que es un guardavalla idóneo para desempeñarse en una equipo grande.
Así terminó una noche preocupante para Boca y alentadora para River, más allá de que la única realidad valiosa se verá cuando comience y se desarrolle la temporada oficial.
En lo inmediato, y en lo que será el tercer superclásico de 2014, el conjunto del Virrey procurará tomarse desquite el fin de semana próximo, cuando el escenario lo ofrezca Mendoza.
Fuente: DyN



