viernes 26 de abril del 2024

Repaso los clásicos y tengo ventaja

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Repaso los clásicos y tengo ventaja. Chaca tiene supremacía en el historial, siempre se sintió local jugando en Villa Crespo y muy local jugando en San Martín, y así me siento yo a la hora de pensar en el clásico y en las historias de los dos clubes, que fueron mucho más parecidas de lo que nos animamos a reconocer. Para ellos, nos echaron del barrio. Pero no fue así, y no puedo decir con conocimiento de causa: viví mucho tiempo a tres cuadras de la cancha de Atlanta y cada vez que jugábamos, había banderas de Chaca en los balcones de Humboldt, además de la gran cantidad de hinchas de Chaca que viven en Villa Crespo, hijos y nietos de otros hinchas de Chaca que pudieron ver los dos estados funebreros en Villa Crespo.

Durante mi infancia, en la tribuna de Chaca se hablaba de tres partidos: el 5 a 1 a Boca de 1948, el 4 a 1 a River en la final del Metropolitano de 1969 y el 5 a 2 a Atlanta en 1960, en Villa Crespo, con la cancha recién inaugurada, después de 8 años sin clásico y con un quinto gol de rabona.

El primer Chacarita- Atlanta que recuerdo es un torneo amistoso, “Chacarita campeón en la cancha de Atlanta”, por la copa Damián Cané, donde particiaparon también All Boys y Argentinos Juniors.

Recuerdo especialmente una anécdota del Chacarita-Atlanta de 1977 en San Martín. No es que haya sido glorioso, pero me dejó una gran enseñanza, a mis 9 años. Chaca ganaba 1 a 0 en San Martín, y su director técnico, también recordado en Atlanta, era el gran Victorio Spinetto, que hizo debutar a un pibe, que si la memoria no me traiciona, tenía el pelo cortado porque estaba haciendo la colimba. Le dieron la pelota, la paró, eludió a uno, a otro, a un tercero y bajó la ovación de la tribuna funebrera… Me volví loco, “es un fenómeno” decíamos todos, salvo mi viejo. “Ese es un hijo de puta, hace cinco minutos que tiene la pelota y no avanzó ni un metro”. Claro, Chaca tenía que cuidar la pelota, pero ese gran habilidoso jugaba para él y nunca hizo mucho por el buen fútbol. Hablo de Alberto Pascutti.

Quizá por todo eso, y por lo colorido que es el contraste de camisetas en el verde césped (¡¿Hay otro clásico tan colorido?! Si no tienen verde, tienen mucho blanco o una camiseta muy opaca, en cambio el rojo, blanco, negro, azul y amarillo sobre el verde al sol da una paleta de colores de fiesta). Y además es el clásico más real. Salvo en la década del '50 y estos últimos 12 años, siempre anduvimos cerca. Debo confesar que siempre miré de reojo qué pasaba con Atlanta. Un poco por temor a que me pueda pasar (me corrió un frío por la espalda el día del descenso a la B Metro) y otro poco por ese regocijo perverso que tan bien definió Nacha Guevara: no alcanza con que te vaya bien, le tiene que ir mal a los otros, también.

En estos 12 años los de Chaca sufrimos mucho y festejamos muchas cosas también: volvimos dos veces a Primera, y descendimos dos veces al nacional, le ganamos al Boca campeón del mundo, a River Plate, ganamos por primera vez en la historia a Racing en el Cilindro de Avellaneda, a San Lorenzo, pero también padecimos un desempate y una Promoción para esquivar el descenso a la B Metropolitana. También alentamos a Argentino de Merlo en una Promo que nuestro Salvador Pasini se puso la pilcha de héroe para la contra. Pero no tuvimos esa adrenalina que genera un Chacarita-Atlanta. Un clásico bien de barrio, que no se disputa en los medios, que no merece un comentario de los caretas de tic espor, pero que dirime fuerzas, gastadas y placeres en la patria chica de los porteños, en el barrio. Es el clásico que determina la supremacía frente al vecino de enfrente, al que te cruzás comprando el diario o yendo a supermercado de la vuelta, es decir, entre pares, entre vecinos, entre amigos, entre primos. Será por todo esto que lo más lindo del clásico es ganarlo y no que nos pasemos 12 años acordándonos de cómo era…

(*) periodista de Perfil, autor del libro "El sexto grande", hincha de Chacarita

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