Colón de Santa Fe, el rojinegro, raza, negro. El pueblo sabalero. Colón, el que arrastró 40 mil hinchas a Asunción en 2019. El que descendió habiendo jugado uno de los mejores torneos. Colón: un club lleno de ilusión, sudor y angustia.
Ser de Colón es sinónimo de masoquismo, sufrimos porque parece que nos gusta. Si tiene la oportunidad de hablar con un sabalero pregúntele por quién lloró más y te responderá que por Colón. Es más que una pasión o, quizás, una pasión extrema. Sana desde el punto de vista que nadie mata por la camiseta, pero enferma porque nos carcome por dentro.
Es hereditario, nos “colonizó” un abuelo, abuela, padre o madre. Corre por las venas, es caliente, quema. Ser de Colón es una de las mejores cosas que me pasó, otra fue tener el privilegio de verlo ganar en varios lados o, por lo menos, ser partícipe de la fiesta.
Asunción, en 2019, demostró lo que es Colón y su gente. Esa ilusión con 80 mil pies y muchos corazones en Santa Fe. Tenemos sentimiento de pertenencia, nos sentimos un pueblo aparte porque nuestra ciudad tiene eso. Una ciudad olvidada, sacudida, sufrida, llena de injusticias, violencia, pero tiene algo que nos permite respirar: amor por los colores.
He visto ancianos y ancianas llorando, gritando, insultando, festejando, como si fuesen adolescentes. Porque Colón es eso, te transforma. Colón es el pan que no tenemos. Un club marcado por estar lleno de ilusiones y locura.
“Colón campeón” es justicia. Justicia porque somos una hinchada que ha sufrido en toda su historia. Se nos rompió el corazón en más de una oportunidad. Nos robaron partidos, nos dirigieron corruptos, nos saquearon el club, nos quitaron puntos y también, a veces, no estuvimos a la altura de las circunstancias. Pero ahora la música es otra, Los Palmeras se escuchan en cada barrio de Santa Fe. La alegría inunda cada corazón rojinegro.
Se hizo justicia porque por fin, después de 116 años de historia, nuestro club tendrá una estrella en su escudo. Este nuevo escudo es el homenaje a todas aquellas personas que no pudieron ver a Colón campeón. Es por todas esas vidas rojinegras perdidas en esta pandemia y también antes de ella.
Colón es una pasión difícil de explicar, el fútbol se vive de otra manera. Para muchos, Colón es razón de existir, de vida, de felicidad y de angustia. Colón es gloria y tristeza. Colón es eso que hasta a los ateos nos hace rezar e implorar un milagro.
He visto ancianos y ancianas llorando, gritando, insultando, festejando, como si fuesen adolescentes. Porque Colón es eso, te transforma. Colón es el pan que no tenemos. Un club marcado por estar lleno de ilusiones y locura. Porque cuando la pasión es extrema se codea con la locura. La locura puede llegar al punto de ir en bicicleta desde San Javier hasta Asunción, como lo hizo Jorge Nini.
Desde chico tuve la posibilidad de vestir los colores y alentar desde la tribuna. He llorado más que por cualquier otra cosa: cuando nos salvamos de descender, cuando descendimos, cuando ascendimos, cuando nuestra ilusión era sólo clasificar a copas continentales y poder salir del país por Colón. Pero lo logramos, el rojinegro hizo historia.
Gracias jugadores por cumplirme la ilusión. Gracias mamá por hacerme de Colón.
“Colón es un sentimiento, hay una lágrima que recorre la mejilla de aquel viejo pescador. Es que Colón es campeón.”
Por Agustín Garetto, periodista, escritor e hincha de Colón