Colón merecía esta Copa. El entrenador Eduardo Domínguez también. Y el plantel, y los hinchas y los dirigentes. Son muchos aquellos a los que se apuntan cuando se alcanza un objetivo tan importante. Sin embargo, entre tanto merecimiento hay uno que se destaca, que se ubica en lo más alto de la valoración. Señoras y señores, aplauso, medalla y beso para el Pulga Rodríguez.
Por talento, por carisma, por potrero, este primer título en la historia del Sabalero lleva estampada la firma del Pulga.
Es curioso: el delantero más reverenciado de este 2021 es un jugador de otra época. En tiempos de brazos tatuados y peinados de peluquería, el Pulga parece recortado de la tapa de El Gráfico de los ‘70. Mide 1,67 metros y pesa 67 kilos, no vende humo ni hace coreografías en los goles. Solo juega. Y lo hace bárbaro.
Es tan distinto el Pulga que hasta le tienen que fabricar un modelo propio de camiseta. Kelme, la marca que viste a Colón, le confecciona un talle XS, más corto que el resto de la indumentaria que usa el plantel.
Ccuando se revise el primer título que ganó Colón en su historia, en la foto va a estar el Pulga. Y va a estar así como se lo vio en la noche del viernes: feliz, rodeado de compañeros agradecidos, con la copa entre las manos.
El jugador de todos
Mientras se elogia el desplazamiento, el Pulga se toma su tiempo y se la pica al arquero. Cuando se exige velocidad, el Pulga engancha y los hace pasar de largo. En espacios ocupados por correcaminos, encuentra la hendija para dejar a un compañero mano a mano.
El Pulga es ese jugador que provoca admiración en propios y extraños, que impulsa a que los hinchas ajenos lo quieran ver con su camiseta. Buscar goles suyos en YouTube es una experiencia tan adictiva como mirar las tres temporadas de “El método Kominsky”.
Como todo gran jugador, el Pulga tiene una cuota de irreverencia. Las imágenes tirándole caños a los árbitros antes de que arranquen los partidos recorrieron todos los grupos de wasap donde conviven por lo menos dos futboleros.
Asistencia perfecta
El Pulga jugó 20 de los últimos 21 partidos de Colón. Su presencia fue una de las claves del campeón: convirtió 12 goles, tres de los cuales fueron de penal, y además fue el autor de seis asistencias que terminaron el goles. A los 36 años y con la cinta de capitán en el brazo, ya es un emblema del club santafesino.
¡Cómo no disfrutar, entonces, que un jugador como el Pulga Rodríguez salga campeón! Por el barrio y el barro, por el talento, por la picardía, porque reúne todas las condiciones de un tipo querible.
Dentro de muchos años, cuando se revise el primer título que ganó Colón en su historia, en la foto va a estar el Pulga. Y va a estar así como se lo vio en la noche del viernes: feliz, rodeado de compañeros agradecidos, con la copa entre las manos.