martes 23 de abril del 2024
Análisis

Laurel Hubbard, la primera atleta olímpica trans: historia, lineamientos y debates

Ni bien el Comité Olímpico de Nueva Zelanda publicó su lista de deportistas para Tokio 2021 estalló el escándalo. Entre las integrantes figura la levantadora de pesas Laurel Hubbard, quien probablemente vaya a ser la primera atleta transgénero en una competencia olímpica.

La halterofilia, como se la define técnicamente, es uno de los deportes más antiguos de la humanidad. Para encontrar las primeras competencias hay que remontarse a la antigua China, donde la nobleza de la dinastía Zhōu practicaba ejercicios de fuerza y los soldados del ejército debían alcanzar cierto peso levantado para poder ingresar a la milicia.

En la Grecia antigua, también hay antecedentes y de ahí deriva el término “Haltera”, que viene de la palabra “hallomai”: en castellano, “saltar”. Los saltadores de longitud cargaban pesas en sus manos durante los entrenamientos, como un lastre, para después ser más eficientes al momento de competir. Las crónicas resaltan el nombre de Milón de Crontona, con sus hazañas de fuerza, como “el hombre más fuerte del mundo”.

Como era de esperarse, ya en el primer Juego Olímpico de la Era moderna celebrado en Atenas en 1896, la halterofilia fue incluida como deporte olímpico. El pesista destacado fue el inglés Launceston Elliot, quien levantó 71 kg, en la competencia a una sola mano. Por eso entonces, las mujeres ni participaban en la Olimpíadas.

A las damas, recién a mediados del Siglo XX se les permitió competir en algunos deportes olímpicos pero justamente no en halterofilia: no era un deporte femenino. Aunque parezca increíble, con los ojos de hoy, las mujeres debieron esperar un siglo, hasta que las habilitaran en los juegos de Sídney 2000.

En este lapso, la diferencia en los récords mundiales y olímpicos se ha ido acortando progresivamente y hay estudios que se animan a hipotetizar que para el 2050 no habrá diferencias entre hombres y mujeres en el levantamiento de pesas.

En lo global, la comparación estadística entre los récords olímpicos de ambos sexos presenta una cierta superioridad masculina con predominio en las competencias de fuerte “impronta anaeróbica”. La halterofilia es un deporte explosivo, principalmente de fuerza.

”Me siento agradecida por la amabilidad y el apoyo que me han brindado tantos neozelandeses”, dijo Laurel Hubbard, de 43 años de edad, al verse en el listado de deportistas seleccionados para competir en el próximo juego olímpico. El caso de Hubbard quedará en la historia como un primus inter pares, similar a lo que aconteció con Oscar Pistorius, quien fuese el primer atleta con prótesis en disputar un Juego Olímpico. También fue el único. No hubo ninguno después.

La competencia en Londres 2012, para el sudafricano y para el atletismo, marcó un antes y un después. No por sus logros (perdió en semifinales) sino porque dejó en evidencia lo que se podía venir, cuando perdió un mes después en los Juegos Paralímpicos. Lo que en un primer momento parecía inclusión, fue la apertura de la caja de pandora. La taparon rápido.

A partir de ahí, nunca más se le permitió a un atleta amputado competir en un Juego Olímpico. La última negativa del Tribunal Arbitral Superior (TAS) fue hace unos meses, al paralímpico estadounidense Blake Leeper y la justificación fue la misma de antes: las prótesis de carbono son una ventaja deportiva.

Esta evocación sobre Pistorius no es casual pero tampoco afirma que algo similar vaya a ocurrir con Laurel Hubbard, quien hasta 2012 fue el joven Gavin Hubbard, hijo del alcalde de la ciudad de Auckland entre 2004 y 2007 (Dick Hubbard). Gavin compitió en halterofilia y obtuvo récords nacionales masculinos en las competencias juveniles sub 20. Años después abandonó el deporte y recién lo retomó hace un poco más de un lustro, ya entrado en edad en la rama femenina.

Laurel Hubbard

Los especialistas cubanos Alfredo Herrera Corzo y Carlos Cuervo Pére han sido prolíficos en sus investigaciones sobre halterofilia. Su artículo “La iniciación deportiva de los mejores levantadores de pesas en Cuba” hace una precisa recopilación de edades y registros de atletas. Según su evidencia, el desarrollo inicial es clave para el alto rendimiento entre los 12 y 13 años, para el trabajo de la motricidad y la adecuada composición física y psíquica. El objetivo es llegar en condiciones entre los 20 y los 26 años, cuando se observan los rendimientos más altos. A partir de los treinta, la decadencia es inevitable. Hubbard tiene 43 años: está muy lejos de su mejor momento.

Lo que los cubanos muestran con la casuística empírica, Antón, Spirduso y Tanaka lo fundamentan en su texto “Age-Related Declines in Anaerobic Muscular Performance: Weightlifting and Powerlifting” publicado en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise. Allí se describen los mecanismos biológicos y fisiológicos de la declinación de los pesistas con la edad. Un texto eminentemente técnico.

En lo puntual, en el caso de Hubbard, desde el momento que afrontó la cirugía de reasignación de género y retomó el deporte, sabía que debía cumplir con todas las regulaciones. La edad y las limitantes no le impidieron establecer rápidamente récords nacionales femeninos. En competencias internacionales, ganó una medalla de plata en el campeonato mundial de 2017 y terminó sexta en 2019, luego de recuperarse de una severa lesión en 2018.

Laurel Hubbard

”Reconocemos que la identidad de género en el deporte es una cuestión muy sensible y compleja que requiere un equilibrio entre los derechos humanos y la equidad en el terreno de juego”, indicó Kereyn Smith, director general del Comité Olímpico de Nueva Zelanda durante la nominación y agregó: “La deportista cumple con los criterios de elegibilidad tanto de la Federación Internacional de Halterofilia, como del Comité Olímpico Internacional (COI) y de Nueva Zelanda, incluyendo los referidos al cambio de sexo para los atletas trans". Sus rivales no tardaron en denostarla.

"Es una broma de mal gusto", sentenció la levantadora de pesas belga Anna Vanbellinghen."Soy consciente de que definir un marco legal para la participación de las personas trans en los deportes es muy difícil, ya que hay una variedad infinita de situaciones y que llegar a una solución completamente satisfactoria, desde ambos lados del debate, es probablemente imposible. Sin embargo, cualquiera que haya entrenado levantamiento de pesas a un alto nivel sabe que esto es cierto: es una situación injusta para el deporte y para las atletas”.

La evidencia científica la abala. Sin mencionar que la exagerada cantidad permitida de 10 nanomoles/l pueden superar en cinco veces más la concentración que posee una mujer biológica. Los tratamientos no equilibran la balanza y los estudios recientes publicados en el BJSM sugieren que las mujeres trans conservan una ventaja de hasta el 12% en las pruebas físicas aeróbicas, incluso después de dos años de suprimir su testosterona, y un porcentaje aún mayor de diferencia, cercano al 40%, en los ejercicios de fuerza.

El caso es pionero pero el debate no es nuevo. ¿Será Laurel Hubbard la primera de muchas o la émula de Pistorius? El tiempo y sus resultados lo develarán.