viernes 26 de abril del 2024

Cuando Diego se convirtió en santo

Hace exactamente 25 años, Maradona conseguía su primer scudetto con el Napoli y se ganaba un lugar al lado de San Gennaro, patrono de la ciudad.

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“Nos recibieron con una bandera que me hizo entender, de golpe, que la batalla del Napoli no era sólo futbolística: ‘Bienvenidos a Italia’, decía”. La anécdota la cuenta Diego Maradona en su libro Yo soy el Diego. Era el 16 de septiembre de 1984, día del debut con el Napoli. Visitaba al Verona, uno de los ricos del norte –que terminaría ese año como campeón–. Aquel gesto de desprecio marcó a fuego a Maradona, defensor de las causas nobles y siempre identificado con los humildes. A partir de ahí empezó a idear la vendetta. Tres años le llevó, y tuvo su punto final el 10 de mayo de 1987. El sur se levantó ese día, se hizo grande: Napoli conquistaba su primer Scudetto, y Maradona se ganaba un lugar al lado de San Gennaro, el patrono de la ciudad.

Ho visto Maradona. Cada año, en Nápoles se produce el milagro. Los fieles se juntan en la catedral para venerar al santo y esperar que su sangre, conservada en estado sólido en una especie de urna, se vuelva líquida. Se hace en tres fechas: el primer sábado de mayo –ayer, justamente–, el 19 de septiembre (día de su muerte) y el 16 de diciembre (fiesta que celebra la protección sobre la ciudad). Cuando eso no ocurre, es señal de mal augurio. Pasó en 1980, cuando un terremoto destruyó el sur del país y dejó tres mil muertos. Pero el 9 de mayo de 1987 la sangre se licuó. Hubo tranquilidad en Nápoles. La fiesta sería al día siguiente.

Aquel domingo se jugaba la penúltima fecha del Calcio. Napoli recibía a Fiorentina, con Ramón Díaz –ya peleado con Maradona– como figura. Un punto (en ese momento se otorgaban dos por partido ganado) era necesario para conseguir lo que siempre se había soñado. Por debajo, en la tabla, cuatro clubes del norte: Juventus, Inter, Verona y Milan.

El árbitro del partido, Pierluigi Pairetto, ya había sido señalado por ser de Torino. Cualquier error sería marcado como intencional. La ciudad estaba paralizada. Dos horas antes del partido, el estadio ya estaba lleno. Incluso los choferes del servicio público de transporte aplazaron una huelga, prevista para ese día, para poder festejar el título. El correo nacional había anunciado que, por primera vez, emitiría una estampilla para conmemorar el título. Y hasta el ministro de Relaciones Exteriores de Italia en aquel momento, Giulio Andreotti –hincha de la Roma–, habló antes del partido de unificación. “Con el título para el Napoli, que pienso lo tiene prácticamente en el bolsillo, habremos conseguido otra vez la unidad de Italia”, dijo.

Todo pasó en el primer tiempo, primero con un gol de Carnevale tras una jugada iniciada por Maradona, y después con el empate de Roberto Baggio (ese día anotó su primer gol en Serie A). “En la Florentina, sólo el argentino Ramón Díaz parecía tener ganas de amargar la vida a los napolitanos, y a los 39 minutos provocó una falta, que lanzada por Baggio se convirtió en el gol del empate. El segundo tiempo apenas tuvo historia”, recordaba la crónica del enviado especial del diario español Mundo Deportivo. Pero Napoli fue campeón antes de terminar su partido, porque Inter, minutos antes, ya había caído con Atalanta (1 a 0) y Juventus empatado 1 a 1 con Verona. Nápoles se convirtió ese día en un infierno. El equipo que dirigía Ottavio Bianchi finalizó el campeonato con 42 puntos, tres más que la Juve y cuatro más que Inter.

En su libro, Maradona dice: “Haber conseguido el primer Scudetto para el Napoli en sesenta años fue, para mí, una victoria incomparable. Distinta a cualquier otra, incluso al título del mundo del ‘86 con el Seleccionado”. Eso mismo dijo cuando lo entrevistaron en el vestuario del equipo, en plena euforia: “El problema es que la Copa no la conseguí en mi tierra, y este triunfo sí ha sido delante de un pueblo que me estima y que me necesitaba”.

Para hacer aun más histórico el año 1987, Napoli ganó también la Copa Italia. El doblete, hasta ese momento, sólo lo habían conseguido Juventus y Torino... dos del norte.

El día que lo presentaron en Napoli, Maradona había expresado un deseo más allá del fútbol. “Quiero convertirme en el ídolo de los pibes pobres de Nápoles, porque son como era yo cuando vivía en Buenos Aires”. Desde aquel Scudetto, la palabra “ídolo” le quedó chica. Maradona se elevó a la categoría de Santo.

(*) Nota publicada en la edición impresa del Diario Perfil del domingo

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