lunes 25 de noviembre del 2024

El día del hincha de River

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Mientras gobernaba el presidente radical don Hipólito Yrigoyen, el 28 de Septiembre de 1918 en Las Heras y Bustamente –  pleno corazón de Barrio Parque de la Ciudad de Buenos Aires- llegaba al mundo un niño llamado Ángel Amadeo Labruna, nombre y apellido que iban a cambiar para siempre la historia de un club que llevaba menos de veinte años de vida: Club Atlético River Plate.

A los ocho años lo hicieron socio de River y después de practicar el fútbol y el básquet se inclinó por el primero. En palabras de Labruna: “Confieso que no entiendo absolutamente nada de muchas cosas. Pero en el fútbol, en lo mío, digo que no hay nadie que sepa más que yo”.

En vísperas de la Segunda Guerra Mundial y gracias a una huelga de los jugadores de la primera de River, debutó en Primera División el 18 de Junio de 1939 frente a Estudiantes de La Plata. Volvió momentáneamente a la tercera hasta el 15 de octubre, cuando reapareció contra Atlanta y no salió más. Ese día a los 40 minutos del segundo tiempo marcó el primero de los 293 goles que hizo en River Plate, siendo el máximo goleador de la historia del club.

El 5 de noviembre le convirtió el primer gol a Boca y con 16 goles sigue siendo el mayor goleador del superclásico. “Yo siempre viví de Boca”, se jactaba, “Gracias a Boca me hice famoso”.

Angelito no sólo integró la maravillosa "Máquina" sino que como jugador obtuvo 9 títulos con la banda roja 1941; 1942; 1945; 1947; 1952; 1953 y el primer tricampeonato de River: 1955; 1956  y 1957.

En la Navidad de 1959 se terminó su ciclo como jugador de River “Esa Navidad fue la más triste de mi vida; lloré de amargura. Cuando a la mañana recibí el telegrama del club donde me comunicaban que no iba a seguir, no lo podía creer… Estaba como loco, era como si la vida se me hubiese terminado”.

Tuvo pasos fugaces por el Rangers de Talca chileno, por Rampla Junios de Uruguay y terminó su carrera en Platense a los 43 años, siendo por momentos entrenador y jugador al mismo tiempo. Después de fracasar en negocios alejados del fútbol –un hotel en Mar del Plate, una pizzería, una gomería - se calzó definitivamente el buzo de entrenador.

A River lo dirigió en tres oportunidades 1963; 1968/1970 y 1975/1981. Además dirigió a Defensores de Belgrano, Platense, Talleres de Córdoba, Argentinos Juniors y Rosario Central, con quien fue campeón en el Torneo Nacional de 1971, en el cual el Canalla dejó afuera a Newells en las semifinales con aquel famoso gol de Pedro Poy. Su última etapa como entrenador de La Banda fue muy exitosa.

El 8 de Enero de 1975, mientras negociaba con el presidente millonario Rafael Aragón Cabrera, Labruna le dijo a El Gráfico: “Todavía no firmé y no pienso hacerlo si no consigo el respaldo total que necesito. No tengo la varita mágica y para salir campeón necesito refuerzos. Si el club no se mueve para conseguirlos, ni soñemos con River campeón. Y yo no vuelvo si no es para sacarlo campeón”. Y así sucedió: River cortó una racha de 18 años de frustraciones y logró el tan ansiado campeonato.

Se quedó con el Metropolitano y con el Nacional de 1975.  Ganó el Metropolitano de 1977 y logró el segundo tricampeonato de la historia de River Plate: Metropolitano–Nacional de 1979 y Metropolitano de 1980.

Sólo Labruna y Ramón Ángel Díaz comparten ese privilegio de ser las únicas personas que lograron consagrase tricampeones como técnico y jugador del millonario. Labruna selló con una frase que caracteriza su mentalidad ganadora: “la felicidad es ser campeón”.

En 1981, “lo fueron” de River y Alfredo Di Stéfano se hizo cargo del equipo. Labruna aclaraba:  “Yo de River no me fui, más bien me dijeron que me tenía que ir, que es distinto. Y las explicaciones que me dieron fueron siempre muy confusas, hasta me ofrecieron un puesto de manager o algo por el estilo que no acepté. (…) en ese momento llegué a creer que se terminaba el mundo. Si hasta me quise pegar un tiro. Anduve como un loco toda la noche. No podía dormir. Salí a dar vueltas y vueltas. No quería volver a casa”.

Mientras dirigía a Argentinos Juniors –formando una base que explotaría años más tarde – un paro cardíaco le puso fin a su vida.  A las 18.15 del lunes 19 de Septiembre de 1983, Angelito decidió ponerse a volar para ver desde el cielo a su querido y amado River Plate.

Además de sus 16 campeonatos obtenidos en River -9 como jugador y  7  como técnico-, Angelito fue el símbolo del paladar y de la identidad riverplantense.  “Si yo dirigiera a Boca, me iría al descenso, pierdo todos los partidos. Con esa clase de jugadores yo no puedo jugar al ataque como lo hago con River porque están preparados para otra cosa. Yo quiero atacar con cinco o seis hombres, ganar los partidos 5 a 4. A Boca, en cambio, le alcanza con el 1 a 0”, decía.

Aunque no se cumplió su predicción (“Yo sé que voy a morir en River”), los hinchas de River nunca dejaran de reconocer su legado, su enorme aporte para la grandeza de esta institución, sus enseñanzas, su amor por la camiseta y sus logros.

En 2003, para el vigésimo aniversario de su muerte, la Comisión Directiva de River Plate dictaminó que todos los 28 de septiembre serían, de ahí en más, reconocidos como el “Día Internacional del Hincha de River”.

(*) autor del libro "La caída de River"

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