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En el mismo momento en el que Jorge Bergoglio fue instituido como papa Francisco, cientos de deportistas argentinos cursaron pedidos de audiencias para visitar a su Santidad.
Atraídos por el carisma y calidez, el Papa suscitó el interés y la admiración del ambiente deportivo. Sin segundas lecturas ni intenciones subterráneas -como podría generar la visita de un político- atletas de diferentes disciplinas se acercaron para compartir unos segundos, cruzar algunas palabras o estrecharle la mano a Francisco.
Quienes visitaron la Santa Sede y pudieron estar cara a cara ante Francisco coinciden en una cosa: "Nunca olvidarán ese encuentro".
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