sábado 14 de diciembre del 2024
JAVIER MEDÍN

El ministro inesperado de Macri en la AFA

En un fútbol argentino desguazado, su llegada alivió al Gobierno. Un abogado respetado y odiado con intereses en los dos lados del mostrador.

Por haber amasado su poder ahí, en el barro del fútbol, desde que llegó a la Casa Rosada, a Mauricio Macri siempre le obsesionó saber quién iba a quedarse con el sillón de Julio Grondona en la AFA. En un primer momento, todos lo entendieron.

Para el Presidente, ésa es una de sus pocas cuentas pendientes, el único lugar que no pudo dominar, en el que no pudo imponerse: primero por Grondona, y después porque ya tenía planes más ambiciosos.

Sin embargo, casi por azar, Macri se alegró estos días porque al frente de esta AFA caótica quedó una persona de su confianza, un hombre al que conoce desde los tiempos en que no era Mauricio, sino el hijo de Franco.

Se trata de Javier Medín, un abogado que trabajó con el Grupo Socma, que arribó como vice del Comité de Regularización a mitad de año, y que ahora se convirtió en su presidente interino por los problemas de salud que atraviesa su titular, Armando Pérez.

Medín había llegado al Comité de Regularización por un pedido hecho desde Balcarce 50. Hasta ese momento, su nombre era apenas conocido por los dirigentes. Pertenecía a la periferia del fútbol. Era un outsider que llegaba a la médula del poder de la pelota casi de imprevisto. Secretario de asuntos legales e institucionales de Boca e integrante de la agrupación SuperBoca que lidera Orlando Salvestrini, Medín es un reconocido miembro del estudio Alfaro Abogados, con sucursales en Nueva York y Buenos Aires. En ese estudio, Medín es definido como un especialista en inversiones extranjeras, infraestructura, entretenimiento y derecho deportivo.

“Es un hombre de la empresa de la familia Macri. Es inteligente y negociador, pero no me gusta que la AFA sea conducida por personas que no son de los clubes”, le dice a PERFIL el presidente de Vélez, Raúl Gámez, quien hace un tiempo mantuvo una discusión que casi termina a las piñas.

Daniel Ferreiro, vice de Chicago y la espada más filosa de Ascenso Unido, es aún más drástico. “Medín es el representante tácito del Gobierno. Un amigo del Presidente; de un presidente que no quiere honrar el contrato que en campaña había prometido respetar”, remarca Ferreiro.

Y sigue: “Javier no puede seguir un minuto más. De continuar, lo que va hacer es lograr un peor precio de rescisión para la AFA, y no va a tener más opción que firmar con algún grupo amigo del Gobierno. Todas las promesas de procesos cristalinos y licitaciones quedaron en la nada”.

A pesar de las críticas, los directivos le reconocen a Medín una gran vocación de trabajo y de oratoria. “Da gusto hablar con él. Le tengo respeto intelectual. Pero sabe que estamos en las antípodas”, le comenta Ferreiro a este diario.

El equilibrio que debe mantener Medín para muchos es imposible. Porque por un lado, debe responderle al Gobierno que lo llevó a ese cargo, y por el otro defender los intereses de una AFA desesperada para que el Estado le gire el dinero adeudado por los derechos de televisación.

Y si bien Medín mantiene su cargo de secretario legal de Boca, su relación con el presidente de esa institución, Daniel Angelici, es un enigma que pocos se atreven a revelar. Es cierto que dentro del submundo de Boca, Medín proviene de una agrupación distinta a la de Angelici. Y que lejos de lo que se informó en un primer momento, su arribo a la Comisión Normalizadora no tenía relación con Angelici.

Medín no es del riñón del Tano. Encima, en estos meses tejió su relación con el director de Fútbol para Todos, Fernando Marín, quien tiene cortocircuitos permanentes con el presidente de Boca, uno de los mayores operadores de Cambiemos en la Justicia.

De hecho, Marín y el Gobierno aceitaron su relación con Medín más que con Armando Pérez, cuestionado muchas veces por sus costumbres y por sus fallas en la comunicación.

Para Medín, que asesoró a World Eleven, del empresario Guillermo Tofoni y también a clubes como el Sevilla, la comunicación con el Gobierno no es un problema. Todo lo otro, que es demasiado, sí.

* Nota publicada en el Diario Perfil.