jueves 12 de diciembre del 2024

Sin fútbol no hay negocio que rinda

Si el torneo no arranca, los barrabravas no facturan. Los de Boca pierden de ganar un millón de pesos por fecha, los de River, 800 mil.

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Uno de los motivos por los cuales parecería imposible acabar con la violencia en el fútbol es el negocio extorsivo que se generó detrás de la pelota. Es por eso que la postergación del campeonato doméstico durante febrero no sólo puso contra las cuerdas la economía de los clubes sino que también redujo de manera considerable la caja de la barra y así arruinó el carnaval de los violentos.

“No nos importa que arranque el campeonato. Lo único que pedimos es que abran la cancha: que jueguen partidos amistosos, cuadrangulares o que entrenen a puertas abiertas, pero que empiece a rodar la pelotita porque acá nos perjudicamos todos”, le confesó a PERFIL el líder de una barra que por cuestiones judiciales eligió el anonimato.

Facturación. El parate futbolero hizo que la barra de Boca perdiera cerca de un millón de pesos por partido en condición de local. El núcleo violento del club de la ribera está acostumbrado a recibir la ganancia de los autos y micros estacionados en las cercanías de la Bombonera. Sin ir más lejos, el supuesto cuidado de 3 mil vehículos a 200 pesos cada uno da como resultado una recaudación de 600 mil pesos, solamente de trapitos. A eso le suman 400 pesos que debe abonar cada micro y minibús que llega del interior y estaciona en el campito de Almirante Brown. Y como si eso fuera poco, los muchachos del tablón alquilan cerca de mil carnets, revenden plateas de protocolo, llevan turistas a la cancha bajo el paquete Adrenalina Tour y hasta tienen el control de veinte puestos de comida y de indumentaria con mercadería que traen de La Salada.

La barra de River sufrió un panorama similar, aun teniendo en claro que el dinero fuerte suele generarlo mediante recitales, partidos internacionales y a través de las conexiones políticas. De todas formas, la falta de competición oficial le hizo perder casi ochocientos mil pesos por partido en el Monumental.

“El negocio de los cuidacoches históricamente fue compartido con la policía, pero lo que realmente mueve la aguja es el dinero de las entradas, y mucho más en esta última época en la que llenaban la cancha todos los domingos y eran capaces de meter dos mil personas sin tickets”, explicó un histórico dirigente opositor, y agregó: “Tienen el merchandising de Udaondo y de Libertador y les liberan dos molinetes por partido para hacer pasar a los hinchas por 300, 400 y 500 pesos”.

En la megacausa que investiga a dirigentes, policías y violentos de River figura que un solo barra se llevaba casi 70 mil pesos en un superclásico y 60 mil en un concierto en el Monumental. Otro de los negocios que perdió la mesa chica de Los Borrachos del Tablón durante febrero fue la exhibición de banderas políticas, tal como hicieran ante Boca en Mar del Plata con un trapo que hacía referencia a la lealtad y estaba acompañado con los rostros de Evita y Perón.

Avellaneda. La ausencia de fútbol resultó una complicación, no sólo para los violentos de Independiente y Racing sino también para las autoridades policiales, cómplices del negocio.

Los dueños de los paraavalanchas, tanto de La Academia como del Rojo, con la falta de partidos perdieron un ingreso cercano a los 300 mil pesos por fecha. A eso deben sumarle la dificultad para mantener la escuela de barras que tienen los discípulos de Bebote Alvarez, quienes cobran una cuota diaria a los extranjeros por aprender a tocar el bombo y la trompeta en el medio de la tribuna.

En la vereda de enfrente, la hinchada de La Academia, si bien ha perdido la venta de indumentaria en el Cilindro durante las dos fechas de local en las cuales debió haber jugado, no sintió tanto el vacío debido a la posibilidad de continuar con su empresa durante la semana en las tiendas oficiales del club.

Aunque proporcionalmente a otra escala, los violentos del resto de las instituciones también se vieron perjudicados. La barra de Temperley, por ejemplo, entre venta de bonos, trapitos, merchandising y un canon por partido que le exige a la dirigencia a cambio de no realizar desmanes, suma cerca de treinta mil pesos por fecha. Algo similar ocurre en Quilmes, a pesar de la decisión de la nueva dirigencia de intentar cortarles de a poco los víveres a los que estaban acostumbrados durante el mandato de José Luis Meiszner, Aníbal Fernández y compañía.

Los protagonistas aseguran que el 3 de marzo vuelve el fútbol. De esta manera, los barras volverán a llevar a cabo con total impunidad su eterno y millonario negocio.

(*)Esta nota fue publicada en la Edición Impresa del Diario Perfil.