jueves 25 de abril del 2024

Basta

(*) Por Javier Calvo | Para combatir y cortar de raíz, de una vez por todas, con un sistema enfermo, lo mejor es que la Argentina se quede afuera del Mundial. A veces, hay que llegar al fondo para renacer.

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En el fútbol, como en la vida, a veces hay que llegar al fondo para renacer. Pero al fondo fondo. Un lugar desde donde ya no se pueda caer más. Para que haya chances de que surja algo nuevo y mejor. Difícil construir algo sobre cimientos podridos o contaminados. Es imposible, digámoslo.

El fútbol argentino, y especialmente la Selección, vienen en caída libre desde hace tiempo. Errores y horrores que en esta edición de PERFIL se describen y analizan con lujo de detalles. Son responsables de ellos gran parte de los protagonistas de un sistema enfermo: dirigentes, barras, jugadores, técnicos, gobiernos y empresas o empresarios que intentan que el negocio siga y crezca como sea. En un país tan futbolero como el nuestro es complicado dinamitar esa estructura, que lleva décadas, sin un alto costo social.

Una pequeña prueba se vivió a comienzos de año, cuando el torneo oficial de primera demoró meses en arrancar y no sabíamos cómo enfrentar la abstinencia. Por eso, lo más parecido a que explote todo y que simbólicamente no quede nada para tener la posibilidad de erigir algo distinto, es que Argentina no vaya al Mundial de Rusia. No se trata de un deseo, sino de una necesidad. La necesidad de tocar fondo. Pero fondo fondo. Para que eso nos permita decir basta y terminar con un status quo cada vez más degradante.

Un triunfo milagroso en Ecuador (porque visto el desempeño de juego, sólo se podría explicar desde el costado de la fe) no sólo los depositaría en el Mundial. Con ello se alentaría el “siga siga” o el “todo pasa” tan nuestros, no sólo en el fútbol. El proceso incluye históricamente una suerte de falsa autocrítica para que, en el fondo, no cambie nada. Es triste la verdad de que necesitemos un disparador para decir basta, pero parece que no tenemos remedio. Se hace todo mal y se busca enmendar con algo peor. Sin límites, además.

Apenas una muestra en el partido crucial con Perú: en busca de que el aliento envalentonara a nuestros alicaídos pataduras, se les entregó el control de la Bombonera a delincuentes disfrazados de hinchas. Barras de Boca que cobraron por eso. La entrega a la indignidad es total, en nombre de ir a Rusia como sea. Encima de

indigno, ineficiente.

Por eso, para combatir y cortar de raíz y de una vez por todas semejante descomposición, lo mejor es que nos quedemos fuera del Mundial. No hay posibilidad de edificar algo mejor sobre esto que tenemos. Veo venir la andanada contra esta postura tan extrema y controvertida como honesta. Habrá en esas críticas desde intereses creados hasta genuinos argumentos más gradualistas. Ello se respeta pero no nos deja caer en la tentación demagógica, algo que replicamos en toda la línea editorial de PERFIL y no desde hoy.

Así, por caso, en la campaña publicitaria del lanzamiento de este diario versión 1998, el slogan principal planteaba las enormes diferencias entre lo que se decía y lo que se debía decir. Un ejemplo fue la imagen de Maradona en su primer gol a Inglaterra en el 86, en la que PERFIL planteaba que donde decía “la mano de Dios” debió decir “tiro libre para los ingleses”.

Vivir en base a trampas nos expone a estas situaciones deshonrosas. Para que haya alguna esperanza de cambiar, basta.

(*) Esta nota fue publicada en el Diario PERFIL.