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De por sí, en la previa ya era todo un desafío para Marin Cilic enfrentar a Roger Federer con la misión de impedir que continúe escribiendo su inigualable historia con 19º Grand Slam y su octavo título en Wimbledon.
Mucho más compleja se volvió su tarea cuando promediando el segundo set, el croata empezó a sentir dolores en uno de sus pies producto de unas ampollas que lo tuvieron a maltraer, mientras el suizo inmutable no le perdonaba una pelota. Por eso, una mezcla de impotencia y tristeza se apoderó de Cilic, que no pudo ocultar sus lágrimas. Pero sí pudo seguir jugando para demostrarle al público y a él mismo que está a la altura de las circunstancias.
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