Son más de cuarenta, algunas con canas, varias de pelo corto, otras con la melena al viento. Todas con la misma remera y en fila pisan el césped del estadio de Racing. Unas corren y otras renguean. Gritan, se hacen chistes entre ellas, se emocionan. Podría ser una excursión de colegio o un viaje de egresados si no fuera porque fueron a la escuela hace ya varias décadas.
Una vive en Nordelta, otra en Villa Fiorito. Vienen de muchos lados y de distintas clases sociales, pero hay algo que las une: todas jugaron al fútbol entre 1950 y 1990. Los años conocidos como el período pre AFA. En 1991, luego de una decisión de FIFA, las asociaciones de fútbol de cada país tuvieron que hacerse cargo del fútbol femenino y ahí es cuando AFA debió incorporarlas, aunque según ellas, sin hacer demasiado. Son las primeras mujeres que jugaron al fútbol de manera competitiva en nuestro país. Aquí están, estas son: las pioneras del fútbol argentino. Reunidas para esta nota, entran nuevamente a una cancha y vuelven a su época más añorada, resignifican su pasado y reafirman lo que decidieron ser en la vida: mujeres futbolistas.
Marta Soler y Betty García se chicanean a un costado de la cancha: una es fana de Independiente y la otra de Racing. Son dos grandes referentes del fútbol femenino y pilares fundamentales de la primera selección de mujeres argentinas que jugó un mundial, la Copa del Mundo de México en 1971. Allí se dieron el gusto de ganarle a Inglaterra por 4 a 1 y de enfrentar a las dueñas de casa ante 120 mil espectadores. Marta, la coqueta arquera de ese equipo, es también cantante de tangos y boleros. “El dueño de un restaurante que estaba cerca del hotel donde nos quedamos en México me escuchó cantar y me contrató para que cantara todas las noches”, recuerda.
“Nosotras fuimos a jugar con las zapatillas Flecha, como siempre. De repente nos enteramos que era obligatorio usar botines. Además de que no teníamos, nunca habíamos usado. La gente de la organización del Mundial nos dio un par de botines a cada una y nos dijo: aprovechen los entrenamientos para acostumbrarse”, recuerda Betty García, delantera y capitana de ese equipo, mientras pisa el césped del estadio de Racing, club del que es hincha fanática, donde jugó diez años y en el que acaban de distinguirla con una remera con su nombre y su histórico número 9 en la espalda. Pero para Betty, como para todas las pioneras, el mejor homenaje, el que nunca tuvieron en sus tiempos de jugadoras, es el de ser reconocidas como las mujeres que iniciaron el camino del fútbol femenino en la Argentina, las que empezaron a disputarles el fútbol a los varones.
Cuando Lucila Sandoval, exarquera de Independiente, Boca y San Lorenzo, fue a anotarse a la Asociación del Fútbol Femenino en 1988, vio un cuadro en una pared con una foto en blanco y negro con once mujeres con la camiseta argentina. Era el equipo del Mundial de México. La imagen le quedó grabada en la mente y desde ese momento supo que tenía que hacer algo con ellas. Casi treinta años más tarde, después de retirarse, esa idea tomó cuerpo y decidió armar una página de Facebook llamada Las Pioneras del Fútbol Argentino para juntarlas y contar sus historias.
“La tarea de Lucila es fundamental porque si no la historia de las mujeres no la cuenta nadie. Nuestras referencias siempre han sido hombres. Y que las pibas jóvenes puedan saber que hay un hilo conductor entre lo que están haciendo y algo que pasó antes es muy importante”, dice Mónica Santino, otra de las pioneras, ex jugadora de All Boys y actual referente de La Nuestra Fútbol Femenino.
El camino de estas y tantas otras mujeres en un ambiente tan machista y masculino como lo es el fútbol no fue fácil. Amalia Flores, ex jugadora de River y Boca, cuenta que de chica se escapaba de su casa para ir a jugar y que sabía que a la vuelta le esperaban los cinturonazos de su padre. “Muchas veces la familia es la primera en discriminar”, agrega Lucila Sandoval.
Estas mujeres reconocen que pasaron varios de los momentos más felices de sus vidas dentro de una cancha, pero que sufrieron mucho para poder hacer lo que aman. Si hoy en día las condiciones están lejos de ser ideales para las mujeres que juegan al fútbol, hace cuarenta o cincuenta años era todo más difícil aún. Pero el cambio cultural está en marcha y mucho tienen que ver estas pioneras. “Acá todas dieron batallas distintas por jugar a la pelota –finaliza Mónica Santino–. Saber que ahora puede ser un poco más sencillo quiere decir que todo lo que hicimos no fue en vano”.
(*) Nota publicada en el diario PERFIL.